O susto o muerte

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

04 oct 2016 . Actualizado a las 07:17 h.

El juego político de este intrigante momento podría ser este, por cómico que parezca: el gran problema de Rajoy es cómo dice que no al Partido Socialista sin provocar acusaciones de oportunismo, y el gran problema del Partido Socialista es cómo dice que sí a Rajoy sin estallar por los aires. 

Desarrollo la tesis, aunque sea redundante, comenzando por el Partido Popular, que ahora tiene «la sartén por el mango y el mango también», que decía la banda musical del Tartufo de Marsillach: es evidente que don Mariano Rajoy siente ahora mismo la tentación de volver a rehusar la oferta del rey para intentar formar gobierno y forzar la convocatoria de elecciones. Podría obtener una holgada mayoría, incluso absoluta si mantiene su acuerdo con Ciudadanos; hundir todavía más a su adversario clásico, que es el PSOE, y mantener el Gobierno del PP más allá de los cuatro años de legislatura.

El problema es que Rajoy personalmente, todos sus ministros, todos sus portavoces gubernamentales y de partido y todas sus terminales mediáticas han dicho por activa y por pasiva que ir a unas terceras elecciones era un desastre, una barbaridad, un ridículo internacional, algo que no se ha visto en Europa después de la Segunda Guerra Mundial y un pésimo mensaje para los inversores internacionales y el universo en general. ¿Cómo construye ahora el mensaje contrario? Si no encuentra una disculpa indiscutible, habrá demostrado que todo lo dicho sobre los intereses generales de España fue una invención para obtener gratis la investidura. Qué feo. Rajoy no merece esa imagen.

Es evidente, al mismo tiempo, que una parte significativa del PSOE ha visto el abismo en las urnas y empezó a decir, como el presidente de la gestora, Javier Fernández: «Abstención no es apoyo». Abstenerse tiene muchos riesgos después de todo lo predicado sobre el «no es no»; pero las urnas son el suicidio en las lamentables condiciones en que el Comité Federal dejó al partido. Y, como Murphy sigue habitando en la calle Ferraz, todo puede empeorar de la siguiente manera: los estatutos obligan a celebrar elecciones primarias, con lo cual no hay forma de evitarlas; Pedro Sánchez se presentará, porque es su oportunidad de apelar a la militancia, y por uno de esos azares de las urnas que estamos viendo, gana y vuelve a ser el candidato a la presidencia del Gobierno. ¿Os imagináis el ridículo de Susana Díaz y de quienes lo mataron el sábado?

Así las cosas, los socialistas están obligados a elegir entre susto o muerte. Parece razonable que elegirán susto, ahora que se han vuelto tan sosegados y pragmáticos, pero vayan ustedes a saber: están de mal año y si no los cerca la tentación suicida, los amenaza el fantasma de la división.