Gerard Piqué y los separadores

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

11 oct 2016 . Actualizado a las 07:58 h.

No me sorprende, en absoluto, que el jugador Gerard Piqué haya prometido abandonar la selección nacional de fútbol después del Mundial de Rusia. Me sorprende que haya tardado tanto, porque es difícil encontrar un caso de mayor repulsa, de más insultos y abucheos en casi todos los estadios españoles donde jugó la selección. Era aparecer en el campo o tocar el balón y comenzaban los silbidos. Parecía que lo estaban esperando para descargar sobre él un rencor tan injusto como desproporcionado, porque pocos futbolistas jugaron tanto con la roja (16 años y 85 partidos) y muy pocos en la historia contribuyeron tanto a los trofeos conquistados: nada menos que dos Eurocopas y un Mundial. Lo nunca visto ni soñado por la afición.

Según parece, ese rencor se debía -y se debe- a que Piqué es libre para opinar y se manifiesta rotundamente antimadridista, como si un jugador del Barça pudiera ser otra cosa. Y ocurre que sigue habiendo mucho público en este país que identifica al Real Madrid con el régimen, antes con el de Franco y ahora con la monarquía constitucional. Y llega un momento tenso, casi dramático, en que ese público confunde lo deportivo con lo político, recuerda que Piqué es catalán y que se confesó alguna vez nacionalista catalán y para qué queremos más: silbándole e insultándole, se expresa el rechazo al Barça y al antimadridista, pero se hace una exhibición de españolismo.

He leído en alguna crónica que hay gente que pretende que Piqué jure la bandera española en cada partido; pienso que es verdad y creo que parte de la prensa es o ha sido cómplice de esa intención. Se espera un movimiento de sus ojos o de sus manos cuando suena el himno nacional para hacerle la foto-denuncia y comunicar a los forofos que menosprecia los símbolos españoles. Y lo del partido ante Albania no tiene perdón de Dios: se dijo que había cortado las mangas de su camiseta para quitarse de encima los colores de la enseña de España. Tal falsedad fue la gota que colmó el vaso. Yo no hubiera esperado tanto.

España perderá a un gran jugador y algo más trascendente: se le marcha un catalán que llevaba muchos años defendiendo los intereses deportivos de España, pero odia al Real Madrid. Los fanáticos y los manipuladores pueden estar satisfechos: lo han echado. Gerard Piqué es un símbolo del desafecto provocado en Cataluña, principal problema de este país. Lo que se le hizo es el reflejo deportivo de lo que hicieron en política los separadores que se negaron a entender que esa nacionalidad hablase y defendiese su idioma y luciese y defendiese sus símbolos. Igual que Piqué, mucha Cataluña, quizá la mitad, está pensando en marcharse: se le exigió jurar la bandera española cada amanecer.