De aquellos polvos, estos lodos

OPINIÓN

17 oct 2016 . Actualizado a las 07:58 h.

Las dificultades para conseguir la abstención del PSOE, necesaria para la investidura de Rajoy, que está encontrando el esforzado presidente de la gestora socialista, tienen unas causas que derivan de cómo se desarrolló la reunión del Comité Federal, en el que no se planteó de frente ese asunto, aunque estaba implícito; de rechazar entonces la votación en urna, que ahora quiere utilizarse. A pesar de ese carácter, que podría denominarse meramente circunstancial o episódico, responden a otro de un calado profundo que explica la actitud del dimitido secretario general. Su empecinamiento personal se basaba en la orientación de no pocos militantes en favor de un acuerdo de gobierno con Podemos, cuyo rechazo los críticos no han advertido con claridad, escudándose en la línea roja de los independentistas catalanes. Conviene no olvidarlo. Esa orientación es la que Sánchez pretende seguir liderando y con ese fin están recogiéndose firmas para la convocatoria rápida de un Congreso.

Esa premura no es la más apropiada para resolver la actual división y definir el rumbo que el partido ha de tomar en el nuevo escenario que en la izquierda han provocado los surfistas subidos en la marea de una brecha social, incluida la generacional, hábilmente aprovechada por la crisis y su tratamiento. Algo para reflexionar con suficiente tiempo que los votantes de las últimas elecciones parecen aconsejar a los militantes.

Por si fuera poca la dificultad, se añade la postura del PSC de oponerse a la abstención con independencia de que esa fuere acordada en el Comité Federal. No es algo coyuntural; procede de lejos y por eso habría de entrar en la reflexión de un Congreso extraordinario, no por la precipitación en su convocatoria, sino por su importancia. La posición del PSC fue clave en la elección de Zapatero como secretario general, en su promesa de aceptar cualquier Estatuto de autonomía que aprobase el Parlamento catalán, cuyas consecuencias estamos constatando, y su coalición de gobierno con los nacionalistas más radicales, un antecedente que se impidió en la tumultuosa reunión del Comité Federal, aunque no pueda exhibirse como una maravilla democrática.

No parece que haya duda en lo necesario para el PSOE de un Congreso extraordinario, no por la interesada táctica de su precipitada convocatoria, sino por la importancia de su contenido. Desde el interés general lo urgente es terminar con la prolongada interinidad del Gobierno. Desde el del PSOE, hacerlo posible con el máximo decoro, habida cuenta de los antecedentes citados, y con las expectativas que podrían generarle unas nuevas elecciones. No es fácil que en la actual coyuntura la faena que intenta Fernández resulte muy airosa. La disciplina de partido puede ser cuestionada y resultaría sorprendente que Sánchez se sometiera a ella. Bastaría con que la votación fuese lo suficientemente clara para que permita comunicar al rey que existe garantía para la investidura. De aquellos polvos han venido estos lodos.