Milagro: nació el Rajoy pactista

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

27 oct 2016 . Actualizado a las 08:09 h.

Uno de los habituales portavoces de Rajoy había dicho por la mañana: «Mariano Rajoy tiene la oportunidad de gobernar desde el diálogo». Si yo usara Twitter, habría escrito un tuit que diría: «Hombre, oportunidad-oportunidad ha tenido muchas, y durante cuatro años. Lo que tiene ahora es necesidad». Así preparó el candidato su discurso y así llegó por la tarde al Congreso de los Diputados: dispuesto a hacer de la necesidad virtud y convencido de que siempre ha sido y seguirá siendo el gobernante más pactista del mundo. Lo que se presentaba ante él era la gran ocasión de demostrarlo. Y vive Dios que lo intentó. Las palabras diálogo y acuerdo han sido muy pronunciadas. Y eso era lo que se esperaba del discurso de petición de apoyo: saber hasta dónde ofrecería diálogo y hasta dónde estaba dispuesto a ofrecer y aceptar acuerdos.

Como dijo la socialista Soraya Rodríguez, ayer nació el Rajoy pactista, aunque ella cree que llega tarde. Como este escribidor no es de partido, sí cree que se llega a tiempo? siempre que los demás acepten los acuerdos. Y han sido al menos seis, y de ellos tres muy serios: nada menos que la sostenibilidad de las pensiones, la financiación autonómica y el eternamente deseado y siempre negado Pacto Nacional por la Educación. Supongo que será el final de la Lomce, pero puede ser la oportunidad histórica de conseguir ese gran acuerdo. Será una pena que la izquierda y los nacionalismos no la acepten de entrada.

Citados los nacionalismos, Cataluña, el «desafío secesionista», como él mismo lo llamó. Y ahí, lamento decirlo, el señor Rajoy ha sido escaso. No cambió de posición ni me parece que haya estado a la altura del desafío. Sigue instalado en la legalidad como gran argumento, lo cual conduce a Cataluña a una solución judicial y no política. Piensa que, de haber una consulta, debería ser a todo el pueblo español, como si después no se supiese qué ha votado Cataluña. Y pareció limitar la cuestión catalana al problema de financiación. Eso fue una posibilidad hace años, ahora ya no se compra con dinero la unidad de la nación.

Y ahora, por delante, la legislatura, previa la votación del sábado. Rajoy está ante un curioso reto: gobernar con fortaleza desde una profunda debilidad numérica. ¿Lo conseguirá? La fórmula es el consenso, no hay otra, y el candidato lo sabe: por eso se comprometió a negociarlo todo. La realidad futura está por escribir. Depende de todos los demás: de que acepten los pactos; de que no rompan si Rajoy no acepta alguno de los acuerdos que ellos le propongan; de que no se forme un frente opositor que tumbe las leyes del Gobierno, o de que intenten deshacer lo que alguien llamó el «edificio marianista». Un tiempo fascinante.