El hombre abducido por Podemos

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

01 nov 2016 . Actualizado a las 09:51 h.

Supongo que, de acuerdo con lo que había prometido, Pedro Sánchez cogió ayer su coche y empezó a recorrer «cada rincón de España» para iniciar la reconquista de la secretaría general del PSOE. Nadie le puede discutir un derecho que le asiste, como a cualquier otro militante del partido. Pero sí se le puede y se debe discutir cómo lo hace: con un afán de revancha por su defenestración, con una acusación a los poderes económicos que deja en mal lugar a las convenciones democráticas, con un propósito de acercamiento a Podemos y con una declaración de guerra a la personalidad más influyente de esa fuerza política, que se llama Susana Díaz.

El afán de revancha no hace falta describirlo y es lo más comprensible desde el punto de vista humano: está dolido, herido en su dignidad y su ambición, cree que hubo una injusta operación planificada de derribo y se propone usar todas sus fuerzas y recursos para que paguen los culpables. Lo malo de esa actitud es que lleva un germen de división, azuza la confrontación y aumenta el ambiente de cisma del Partido Socialista. Si Susana Díaz entra al trapo, porque habrá guerra. Y aunque no entre al trapo, habrá otro aspirante, y la pugna se saldará con vencedores y vencidos. Las venganzas en los partidos pueden dar la victoria a quien las promueve, pero a un altísimo precio de paz interna.

La acusación a los poderes económicos recuerda la caída de Mario Conde cuando lo descabalgaron de la presidencia de Banesto: culpó al sistema de una gran conspiración. Lo de Pedro Sánchez es lo mismo: el sistema, el Ibex 35, dos bancos, Alierta, se confabularon para que Rajoy siguiera en el poder y abortar el Gobierno de progreso. Lo malo es que esa tesis se suma a quienes el sábado hablaban de mafia y calificaban de ilegítimo al nuevo Gobierno. Que lo digan quienes quieren derribar el régimen tiene un pase. Que lo diga quien acaba de dirigir un partido que es su pieza angular es de una grave responsabilidad; es contribuir a la desestabilización.

Y lo peor de toda esta historia: Pedro Sánchez parece abducido por Podemos. Se arrepiente incluso de haberle llamado populista. No se me ocurre una forma peor de empezar una campaña: haciendo propaganda del enemigo y proclamando su propia debilidad, que eso es lo que queda de la entrevista con Jordi Évole. Y no se puede hacer en el momento peor: al día siguiente de que Podemos aplaudió a quienes acusaron al PSOE de traidor; al día siguiente de que los demás partidos de la órbita de Podemos celebraron la crisis del socialismo y se alegraban de que dejara el liderazgo de la oposición. Esos han sido los grandes errores de Sánchez. Y lo curioso -algunos dirán lo trágico- es que Pedro Sánchez puede ganar.