Tres episodios autodestructivos del PSOE

Fernando Salgado
Fernando Salgado LA QUILLA

OPINIÓN

08 nov 2016 . Actualizado a las 08:08 h.

Uno de los argumentos esgrimidos para justificar el golpe palaciego que destronó a Pedro Sánchez era su récord: había colocado al PSOE en el nivel más bajo de su historia. Sus adversarios, los internos y los externos, se lo recordaron por activa y por pasiva hasta que arrojó la toalla (o se la arrancaron de las manos). Olvidaron que, en materia de deporte y de política, las plusmarcas suelen ser efímeras. Y eso que tenían el precedente bien cercano: el tándem Zapatero-Rubalcaba dilapidó más de cuatro millones de votos y situó el partido en la cota más baja de la etapa democrática... hasta que Sánchez le arrebató el cetro. El consecuente también está a tiro de piedra. Lo anuncia el barómetro del CIS publicado ayer: el PSOE se hunde. Ya solo falta datar las próximas elecciones y conocer el nombre del o de la plusmarquista que fulminará el récord de Pedro Sánchez.

Si unos y otros envainasen momentáneamente las navajas y aprovecharan la tregua para examinar los barómetros que el CIS publica en enero, abril, julio y octubre de cada año, comprobarían los motivos del naufragio. Observarían la crisis maníaco depresiva que padece el PSOE, de cuyo expediente clínico extraeré tres episodios autodestructivos registrados en los seis últimos años.

El 12 de mayo del 2010, un Zapatero compungido anuncia en el Congreso un golpe de timón. El programa socialdemócrata queda suspendido, los estímulos fiscales archivados, las pensiones congeladas, los salarios de los funcionarios recortados y la política neoliberal inaugurada. Como ese cambio abrupto no quiso someterlo al dictamen de la voluntad popular, solo nos queda el CIS para saber cómo fue acogido. Antes del día D, en abril, PP y PSOE estaban igualados: 39,5 % y 38 % del voto estimado, respectivamente. Ni siquiera la gestión del fatídico 2009 había demolido las expectativas electorales del Partido Socialista. Después del día D, barómetro de julio, el PP ya superaba en más de seis puntos a los socialistas.

El 23 de agosto del 2011, dos meses antes de las elecciones, Merkel propone y Zapatero dispone, con nocturnidad y alevosía, una reforma exprés de la Constitución. El PSOE abraza definitivamente las tesis neoliberales. La diferencia entre conservadores y socialistas se ensancha: 7,1 puntos en julio, 16,7 puntos en octubre. Las elecciones de noviembre corroboran el sondeo del CIS, el voto del PSOE se reduce al 29 % y el PP obtiene una aplastante mayoría absoluta.

El 5 de octubre del 2016, el comité federal del PSOE, en un espectáculo vergonzoso, desata lo que habían atado los militantes, se carga a Pedro Sánchez y apoya la investidura de Rajoy. El barómetro anterior del CIS, el de julio, otorgaba al PSOE una estimación de voto del 23, 1 %, 9,4 puntos por debajo del PP. El posterior, el de ayer, rebaja los apoyos al 17 %, 17,5 puntos menos que el PP.

Imagínense el viacrucis que le resta a un partido escindido, maniatado y rehén de Rajoy, sin capacidad de influir en el Gobierno ni de ejercer la oposición.