La cobra

Francisco Ríos Álvarez
Francisco Ríos LA MIRADA EN LA LENGUA

OPINIÓN

12 nov 2016 . Actualizado a las 10:23 h.

L a semana en que se formó el nuevo Gobierno de España, la atención del país estuvo puesta en un solo punto, como la serpiente que, como hipnotizada, se yergue ante el pungi que el encantador toca al tiempo que lo va moviendo suavemente ante el ofidio. Otra sierpe fue lo que atrajo el interés de los españoles. Concretamente, una cobra, la que presuntamente le hizo el cantante David Bisbal a su colega Chenoa.

Por momentos, la cobra en cuestión estuvo en boca de todos, aunque algunos, los que están más al margen de tan trascendentales asuntos, se preguntaron por su significado. Los que acudieron a los diccionarios en demanda de auxilio encontraron el silencio por respuesta. Quizá porque cobra se usa con ese sentido desde hace apenas diez años. Aunque si el presente de los diccionarios es Internet, los lexicógrafos que buscan neologismos deberán mejorar sus reflejos.

Más sensibilidad ante el neologismo mostraron los guionistas de Pagafantas, una película española del 2009, donde muchachos con dificultades para ligar son víctimas de más cobras que los campesinos de la India. En el filme aparece la imagen de una serpiente en movimiento y una voz de fondo explica lo que es la cosa: «La serpiente cobra, de aspecto intimidante y picadura mortal, es famosa por el peculiar mecanismo de defensa que despliega ante el peligro. Ante un posible ataque, la cobra adopta una postura erguida con la que repele al agresor. Pero tan peculiar dispositivo defensivo no es exclusivo de este reptil, sino que también ha sido adoptado por el ser humano como protección ante un ataque». Ahí, la imagen de una pareja sustituye a la de la letal culebra. Un granujiento muchachito se inclina hacia su compañera con intenciones aviesas y ella echa la cabeza hacia atrás, pero manteniéndola erguida. «De ahí que este movimiento reciba el nombre de hacer una cobra», concluye el narrador. 

La cobra que sigue con más fidelidad el movimiento del reptil es esta, la del beso frustrado. Sin embargo, hay una evolución, en la que se pierde la imitación del bicho. La muestra más representativa de esta cobra nos la ofrecieron el 12 de febrero Mariano Rajoy y Pedro Sánchez. Se reunían en presencia de las cámaras en una escena más del vodevil político que ya hartaba a los españoles. Don Pedro ofreció su mano a don Mariano, y este, aparentando no verla, la ignoró y se abrochó la chaqueta mientras miraba sonriente a los periodistas. Un desaire que, por su difusión, causó casi tanta frustración como la adolescente que rehúye a su afectuoso colega.

En uno y otro caso sobran hormonas. ¡Ah, con lo bonito que es el amor!