«Me duele el sombrero»

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

13 nov 2016 . Actualizado a las 10:32 h.

El año que le dan el Nobel a Dylan, se fuga Leonard Cohen. No competían, porque los genios no compiten entre sí. Se acompañan en su soledad. Cohen sobre el Nobel a Dylan: «Es como si le ponen una medalla al Everest por ser la montaña más alta». Los dos poetas. Los dos músicos. La lírica de las notas. Miras fotos de Leonard y ves, a veces, ráfagas de Dustin Hoffmann. La elegancia de Cohen iba más allá del sombrero que le sentaba tan bien como al otoño, el dorado. Solo a Frank Sinatra, el Dios absoluto, le quedaba mejor un sombrero. Como Bowie se despidió con un disco, lo que sabían hacer. Como un hombre de montaña, abraza sus árboles uno a uno antes de morir, ellos abrazaron sus canciones hasta el final. Cohen conoció y amó mujeres. Y besó esas cicatrices. Lo tildaban de oscuro y triste. Tal vez, es el único artista que ha cantado el Aleluya casi como un funeral. «No me considero un pesimista. Creo que un pesimista es alguien que está esperando que llueva. Y yo me siento empapado hasta los huesos», escribió en su línea de coquetear con la tristeza. Gramsci le hubiese contestado: «El pesimismo es un asunto de la inteligencia. El optimismo, de la voluntad». Él hizo con la oscuridad, luz. Ir a un concierto de Cohen era como acariciar canciones, un susurro de palabras, con la voz grave y rota lo justo, como terciopelo que se rasga. Hacía que sonase el silencio. Adoraba a Lorca (bautizó a su hija como Lorca), el poeta que realizaba milagros con un diccionario. Nada mejor que despedir a Cohen con estos versos de Federico que parecen escritos justo para decirle adiós a Cohen: «Por tu amor me duele el aire, el corazón y el sombrero».