La enfermedad de Juani

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

20 nov 2016 . Actualizado a las 10:42 h.

A Juani la mató a hachazos su marido antes de ahorcarse. Tiempo atrás, la mujer había zanjado una vida de palos abandonando a su suerte a su asesino. Pero un cáncer la disuadió. En los últimos tiempos cuidaba con la disposición de siempre a aquel hombre diezmado por la quimioterapia que a pesar del bicho que lo devoraba por dentro mantenía intacta una pulsión: la de mandar a la tumba a su señora. Puede que la idea de que la Juani siguiera con su vida mientras a él se lo comía la tierra le urgiera a empuñar el hacha con la que le arrancó la existencia. Puede que ella supiera que mientras lo acompañaba al baño para aliviarlo de una muerte próxima la muerte la rondaba también a ella. Tantos años instruida para atender a los demás que al final aceptó un último servicio: entregar su vida. ¿Cómo hubiese sido Juani sin Roberto? ¿Cómo habría sido su vida sin ese control patológico que la dejó tirada en el pasillo, inane, con la sangre derramada en un hilillo que se coló por debajo de la puerta, como para no molestar hasta el final? ¿Cómo habría sido su muerte si hubiese tenido otra vida? Puede que pensase en todo eso segundos antes de que el filo del hacha la dejase seca. Puede que piensen en eso sus hijos, un chico y una chica, hijos de la muerta y de su asesino, hijos de unas vidas que acabaron a machetazos y en la horca. Puede que a veces caigan en la tentación de pensar qué albergan de su padre dentro de ellos.

Los vecinos de Juani han dado con el motivo de su muerte, con la enfermedad que hoy la tiene recluida en una caja bajo tierra. «Murió de buena persona», avanzan firmes. Un diagnóstico con un pronóstico mortal. Un trastorno que le amargó la existencia y que la empujó a un final terrible. Química extraña la de la bondad, que disuelve las alertas y puede acabar con tu vida.