Pensiones de viudas y huérfanos

Fernando Salgado
Fernando Salgado LA QUILLA

OPINIÓN

24 nov 2016 . Actualizado a las 08:47 h.

El sistema de pensiones, a punto de vaciarse la hucha de los ahorros, se desmorona y hay que apuntalarlo con impuestos. Lo cual plantea un delicado problema financiero, pero las otras dos opciones son todavía más nefastas: o rebajar la cuantía de las prestaciones que perciben 9,5 millones de pensionistas o subir las cotizaciones que penalizan el empleo. Rechazadas ambas alternativas, no queda otra: hay que reducir gastos presupuestarios o subir impuestos para mantener, incólume, la paga de los jubilados.

En esa difícil tesitura parece imponerse la idea de que las pensiones de viudedad y orfandad se paguen con impuestos -los actuales, incrementados, o uno nuevo- y las demás, con cargo a las cotizaciones sociales como hasta ahora. Y esto resulta altamente mosqueante. ¿Por qué, precisamente, las de viudas y huérfanos? ¿Por qué no las de invalidez o las de jubilación? ¿Con qué criterio se establece la discriminación?

El criterio no guarda relación, en principio, con el coste. Abonar a través del presupuesto del Estado las pensiones de viudedad y orfandad cuesta lo mismo que asumir, por ejemplo, la cuarta parte de las pensiones de jubilación: hoy por hoy, unos 20.000 millones de euros en cada caso. ¿Por qué, siendo así, no se propone simplemente que el Estado aporte 20.000 millones a las arcas de la Seguridad Social y punto pelota?

Asegura la ministra Fátima Báñez que cubrir las pensiones de viudedad y orfandad con cargo a los presupuestos no significa sacarlas del sistema ni convertirlas en asistenciales. ¿Para qué, entonces, se crea el apartheid? Si la viuda y el jubilado beben en fuentes de financiación distintas, inevitablemente las pensiones de una y otro transitarán por caminos divergentes. A la primera le pagaba la Seguridad Social antes de enviudar y le pagará la Administración General del Estado desde que fallezca su cónyuge; el segundo cobrará siempre de la Seguridad Social. ¿Creen ustedes que la evolución de ambas prestaciones será idéntica?

Pero hay más. En el reparto de cargas -viudedad y orfandad para mí, jubilación para ti-, el Estado acapararía el fardo más ligero y cedería la luna creciente -el embolado- a la Seguridad Social. Por una razón simple: el gasto en pensiones de viudedad y orfandad apenas crece en términos reales. El gasto total en pensiones contributivas aumentó un 34 % en ocho años, en pensiones de jubilación se disparó por encima del 43 % y en pensiones de viudedad y orfandad se incrementó menos de un 14 %.

Una ojeada a las tablas de esperanza de vida a los 65 años nos ayuda a explicar los datos. Los hombres que se retiren a esa edad cobrarán su pensión durante 19 años por término medio. Las mujeres jubiladas, durante 23 años. Y las viudas, durante cuatro años. La esperanza de vida seguirá aumentando y, por tanto, también el importe de las pensiones de jubilación. Pero no el gasto en pensiones de viudedad, salvo que las mujeres se empeñen en agrandar ese cuatrienio que ahora mismo nos sacan de ventaja.