Cuidado

Mariluz Ferreiro A MI BOLA

OPINIÓN

30 nov 2016 . Actualizado a las 08:32 h.

Las alarmas estaban encendidas. Cuidado con sus cuentas. Con lo que dicen. Con lo que votan. Cuidado con no echar un borrón y estropear todo el cuadro. Al fin y al cabo, en este Guernica mundial no sois la madre que implora. Ni la paloma. Ni el toro. Sois la casa en llamas. Cuidado con atizar el fuego. Se pedía al ciudadano que pusiera las luces largas, que no se quedara en el último recorte o en el próximo agravio. Circule, por favor.

Hace nada, aunque parece que haya pasado un siglo, el peligro estaba en el sur de Europa. Por ahí se hundía el mundo occidental. Los locos de los griegos. Los vagos de los españoles. Los desorganizados portugueses. Y los italianos, con su barniz de sofisticación, pero también en el vagón de los torpes. Pigs. La amenaza eran ellos, sus fiascos económicos y sus hipotéticas rebeldías. Un virus contagioso. Los países señalados fueron cargando con sus yugos de una u otra forma. Si intentaban cabecear, la prima de riesgo les recordaba diplomáticamente su situación. Los asedios eran y son numéricos. Subidas. Bajadas. Ratings. Quizás así, bajo la lluvia de cifras, hubiera caído hasta Stalingrado.

Pero, con el tiempo, aunque no tanto, millones de votantes de aquellos Gobiernos que pedían templanza y decisiones razonables acabaron apoyando el brexit, apostando por Alternativa por Alemania y llevando a Donald Trump a la Casa Blanca. Tanto se insistió en la condición de leprosos de otros países, de otras personas, del otro al fin y al cabo, que acabaron encerrados en sí mismos, cocidos en su propia salsa. El termómetro está ahora en la olla francesa. François Fillon es el elegido para hacerle frente a Marine Le Pen. Un ultraliberal para frenar a una ultraderechista. Cuidado con la revolución.