El final de un mandato mediocre

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

OPINIÓN

02 dic 2016 . Actualizado a las 07:42 h.

«Monsieur normal», así se promocionaba François Hollande en su campaña para la presidencia. Quería desmarcarse de la imagen mercurial de Nicolas Sarkozy y los escándalos de su vida amorosa. Pero al final, la vida amorosa de Hollande ha resultado bastante más escandalosa que la de Sarkozy, y lo que ha caracterizado su mandato no ha sido la normalidad, sino la mediocridad, que no es exactamente lo mismo. Un mandato que Hollande está a punto de completar con los índices de popularidad más bajos de la historia. Que haya decidido no repetir como candidato no tiene nada de raro. De hecho, eso sí que es lo normal.

En la izquierda muchos habrán sentido un gran alivio, pero no durará mucho. Para la izquierda, y una parte grande de la derecha, la pregunta sigue siendo la misma: ¿cómo se puede parar a Marine Le Pen? El desistimiento de Hollande no responde a la pregunta sino más bien la complica. Se conoce ya un contendiente para las primarias socialistas. Pero es Emmanuel Macron, un centrista que arrastra la mala fama de haber sido ministro de Economía con Hollande. Suena también el nombre de Manuel Valls, que probablemente le ganaría las primarias. Pero Valls es precisamente el primer ministro de este Gobierno impopular, un hombre que ha ido girando tanto hacia el populismo de derecha que en algunos asuntos está más cerca del Frente Nacional que el candidato conservador, François Fillon. Pueden aparecer más nombres de aquí a enero, pero las primarias socialistas arrastran un precedente poco esperanzador: que en su momento produjeron a Hollande.

La paradoja es que, tal y como están las cosas, hasta sería preferible un candidato socialista débil. Estos días las encuestas anuncian inesperadamente que Fillon podría ganar la primera vuelta, por delante de Le Pen. Eso le daría al ultraconservador una gran ventaja psicológica sobre la ultraderechista para la segunda vuelta. Pero sin Hollande la cosa se complica. Un candidato socialista medianamente bueno puede dañar a Fillon en la primera vuelta sin pasar él mismo a la segunda. Y un candidato socialista magnífico -una hipótesis de trabajo- podría dejar fuera a Fillon en la primera y provocar la huida del voto conservador hacia Le Pen. Mal asunto.