Trump y el mal humor

Beatriz Pallas ENCADENADOS

OPINIÓN

07 dic 2016 . Actualizado a las 08:13 h.

No se sabe si es la responsabilidad del cargo o el ungüento hidratante de caviar, pero a Donald Trump se le ha puesto la piel más fina desde que fue elegido presidente de Estados Unidos. Tanto que un programa de humor se ha convertido en el guisante bajo su lecho dorado que le impide conciliar el sueño.

Saturday Night Live es uno de los buques insignia de la televisión en Estados Unidos y, desde hace cuatro décadas, emite en directo cada semana más de una hora de sátiras y parodias que forman parte de la cultura americana. Obama le acaba de dar por ello una medalla a su creador. Trump no se despeinó al asegurar durante la campaña que había llegado la hora de cerrar el programa.

Antes era diferente. Él mismo intervino como anfitrión del espectáculo en dos ocasiones; una, para anunciar su reality, y otra, para promocionarse como candidato. Hace un año, el republicano llegó a bromear en persona con dos de sus imitadores en el célebre plató del Rockefeller Center. Pero las recientes caricaturas corrosivas de Alec Baldwin con tupé rubio lo han hecho saltar. En ellas se dibuja al presidente electo como tuiteador compulsivo de mensajes escritos por adolescentes. O como un ignorante que consulta qué es el ISIS con Siri, el asistente de Apple, a pesar de tener una Blackberry. Mofas que son, hoy por hoy, la única válvula de escape por la que muchos respiran.