El zar

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

13 dic 2016 . Actualizado a las 08:51 h.

¿Qué comparten los actores Gérard Depardieu, francés, y Steven Seagal, norteamericano? El pasaporte ruso. El ajedrez es deporte nacional en Rusia. Un país inmenso, 144 millones de habitantes. Oriente y Occidente. Nueve husos horarios de oeste a este. Armas nucleares, pero escasa esperanza de vida. El alcohol hace estragos, como el frío. La estepa es un congelador abierto. Inmensas riquezas naturales (gas, petróleo), pero una población muy golpeada. Rusia es así. Un contraste absoluto. Dicen que nada tiene tantos matices como el alma rusa. Y al mando parece que vuelve a estar un zar, Putin. El hombre que hace honor a uno de los deportes nacionales y que está jugando al ajedrez con el planeta. Todo le sale bien. Sus movimientos son aciertos. Apuesta por Trump y gana Trump. Apuesta por Fillon y gana Fillon la nominación por la derecha. Por si acaso, ya apoyaba económicamente a Marine Le Pen. Necesita que Europa se vuelva todavía más débil y se parta, y los ingleses votan brexit y té a las cinco. El bajo precio del petróleo y el gas no están ayudando a Vladimir. Pero es lo único. Su guerra en Siria va bien. Su guerra en Crimea va mejor. Hasta fichó a un joven ucraniano para asaltar el título de campeón del mundo de ajedrez y recuperar el orgullo nacional. Se le resistió el noruego Magnus, al que acabará dándole el pasaporte. Sobre Putin, 64 años, libra del zodíaco, se hacen muchos chistes. Las risas van a terminar heladas. Tiene una ventaja sobre el tablero internacional. Juega todas las partidas con blancas, porque hace lo que le da la gana. Empezó como jefe de los servicios secretos y luego se aprovechó del declive físico, más bien derrumbe, de Boris Yeltsin. Habla alemán. Domina las artes marciales. Ha conseguido que la desunión europea, la meliflua UE, le permita traer el gas sin pasar por Polonia y Ucrania. No tiene escrúpulos. Y, aunque dice que es devoto ortodoxo, su conciencia es de plomo. Dejen de hacer bromas sobre Vladimir. Un nuevo Napoleón crece en Moscú.