El alimento del monstruo

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

14 dic 2016 . Actualizado a las 08:30 h.

En Cataluña existe una formación política llamada Candidatura de Unidad Popular (CUP). Tiene una presencia mediática absolutamente desproporcionada en relación con lo que representa. Tiene una influencia política exagerada para los 10 diputados que obtuvo en las últimas elecciones autonómicas. Y cada día hace una mayor ostentación de poder. Comenzó cargándose a Artur Mas, en una exhibición de osadía como no se recuerda. Consiguió que el nuevo presidente, Puigdemont, con toda su mayoría parlamentaria, hiciese los Presupuestos que ellos le impusieron, con partida para el referendo de autodeterminación incluida. Manejan la presión y el chantaje como nadie. Prodigan la amenaza de dejar caer el Gobierno catalán cuando se les antoje. Ideológicamente actúan como motor asambleario del independentismo, son antisistema y se definen como anticapitalistas. Y dialécticamente son la negación de la concordia y de la convivencia entre personas que piensan de forma distinta. Parece mentira que una comunidad que siempre hizo gala de la mesura, del acuerdo y del seny les dé tanto protagonismo.

Parece mentira, pero se lo da. Nadie se atreve a rechistarles. Una clase política catalana cobarde, incapaz de negociar con nadie que no sea soberanista y ansiosa de conservar el poder al precio que sea, acepta sus condiciones de forma impúdica. Y así ocurre lo que ocurre: que llevan la iniciativa, marcan el camino e influyen como si fuesen mayoría absoluta. El último regalo que les hizo gran parte de la prensa escrita ha sido mostrar en sus portadas a tres de sus diputadas rompiendo unas fotos del rey Felipe VI ante las cámaras. En el mismo acto se permitieron pedir la dimisión del consejero de Interior porque había cometido un delito de lesa patria catalana: había ordenado a los policías autónomos que cumpliesen una orden de detención de la Audiencia Nacional. También en el mismo acto propusieron la desobediencia civil como camino eficaz hacia la independencia. Y terminaron en un festival de verborrea para proclamar eso de que viven en una dictadura y nuestro rey no les representa.

Naturalmente, todo el mundo es libre para sentirse no representado por ningún régimen político. Quien es antisistema como ellos solo aceptará el régimen y las personas que ellos coloquen. Pero creo que ha llegado la hora de decir que ya está bien de alimentar el monstruo. Quien tiene 10 de 135 diputados disfrutará de la libertad de expresión que le garantizan las leyes y le regalan los medios informativos. Pero hay algo que no tiene: el derecho a intentar levantar a una sociedad contra el orden establecido, ni el derecho a socavar las instituciones, ni el derecho a jodernos la convivencia a los demás.