La justa medida de las cosas

OPINIÓN

16 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Todo depende de los ojos con que se mire. Inevitablemente todos comparamos las cosas a la hora de crear un criterio y defender una argumentación. Dependiendo de cómo esté hecha esa idea tendrá mayor o menor éxito y aceptación. También es verdad que quienes mueven los estados de opinión tienen detrás suya a una serie de fieles que, independientemente de lo que dicen y hagan, contarán con su apoyo.

En estos últimos días le he estado dando vueltas al concepto de «democracia participativa». No es que me esté planteando cambiar de opinión, porque siempre he defendido que la democracia representativa (elegida legítimamente en las urnas) conseguirá un mayor acierto en la toma de decisiones si van acompañadas de la opinión de muchos. El problema es establecer si hay que medir las cosas por la cantidad, por la calidad o por un compendio de ambos factores.

El sábado pasado estuvo Pedro Sánchez en El Entrego. Yo no asistí porque fui muy crítico con su gestión, aunque siempre respeté su legitimidad en llevar a cabo las decisiones que estimase oportunas porque fue elegido por el voto mayoritario de la militancia socialista. Consideré ya en su momento que la manera por la que tuvo que dejar la Secretaría General no fue la más correcta y que quienes tomaron el rumbo del partido no pueden seguir retrasando la convocatoria de unas primarias y un congreso que evite que el partido vuelva a la normalidad, porque la gestora no tiene más funciones que las estrictamente administrativas (no pueden tomar decisiones como si de una ejecutiva federal se tratase).

Lo peor de todo fue ver cómo los dos bandos (aunque a algunos en el PSOE no les guste este vocablo) se intercambiaban mensajes a través de las redes sociales sobre el «éxito» o el «fracaso» de la convocatoria. Yo me pregunto: ¿hoy cómo se mide eso? Ayer estuve en la concentración convocada por los sindicatos en la Plaza de España de Oviedo; anteayer en la Asamblea del Movimiento Vecinal «Villa Magdalena»; el martes en la reunión del Consejo de Distrito Urbano V (que se anunció en prensa para avisar de que se iba a centrar en el proceso de participación del viejo HUCA); y hace siete días en la agrupación socialista de Salas dando a conocer Izquierda Socialista. Sinceramente, y sin ánimo de criticar por criticar, ninguno de estos eventos tuvo una presencia de personas considerable. Y lo digo con mucha pena, puesto que todos ellos tenían un componente común: apoyar la «democracia participativa», la toma de decisiones conjunta, la unión de la fuerza de la ciudadanía por un entorno mejor, en definitiva.

Al final, y tras mucho pensar, la justa medida de las cosas está en que avanzamos peligrosamente ante una sociedad individualista, sin conciencia de clase, sin interés por lo común y centrada al final en lo que los medios de comunicación destacan como noticiable. A veces me pregunto qué más tiene que pasar para desterrar el «aquí no pasa nada» o el «tira que libras». ¿Una deuda que se pudo evitar y que hoy nos condena a los ovetenses a presupuestarla (33 millones de euros por Villa Magdalena) o que un señor que tiene dedicación completa y cobra 44.000 euros al año sin trabajar (Caunedo) no son casos lo suficientemente graves como para que todo siga igual como si nada hubiera pasado? ¿Es que esa ‘democracia participativa’ que algunos defendemos no existía o no quiere ni siquiera existir? ¿Nos tenemos que conformar con que solamente los interesados en formar parte del movimiento asociativo (político, vecinal…) seamos los que pinchemos y cortemos el balacao?

No lo sé. Para mí sería una alegría ver que se incrementa el interés por participar. Cada uno en lo que le gusta e interese. Pero a veces acabo teniendo la sensación de que siempre estamos las mismas personas en mis mismos sitios.