«Preparando las próximas elecciones»

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

16 dic 2016 . Actualizado a las 09:00 h.

¡Qué fácil es agitar la vida política de este país! Una simple frase, una provocación, un despiste, un momento de euforia puede llenar crónicas, suscitar declaraciones e interpretaciones o abrir un debate sobre intenciones ocultas, de los que tanto gustan a los nuevos politólogos. Solo se requiere una condición: que el autor tenga algo de poder. Si tiene mucho, como el presidente del Gobierno, el éxito está garantizado: puede ocultar otros problemas nacionales, si le conviene; puede desviar las atenciones públicas de los asuntos que no le interesan; puede, en resumen, hacer la gran manipulación de la actualidad. Es lo que hizo Mariano Rajoy en su eufórica felicitación de Navidad a sus militantes cuando dijo o se le escapó: «Estamos preparando las próximas elecciones».

A partir de ahí, ya han visto ustedes las reacciones. Para los más escépticos, es que se le coló en el discurso un párrafo del discurso de hace dos años. Para su vicepresidenta, es que el jefe está mejor por las mañanas que por las noches, que ignoro si se refiere al cansancio o a las copas navideñas. Para Pablo Iglesias es un lapsus freudiano. Mi mujer le habría dicho: «Siempre estás pensando en lo mismo», y creo que sería el mejor diagnóstico. Efectivamente, un político siempre está pensando en las urnas, que es su erótica del poder.

Criterio personal: que no se engañe nadie, que Rajoy trabaja, efectivamente, en las próximas elecciones. Si lo dice, no es que se le escape; es su procedimiento para mantener en vilo al partido; para que no se descuide pensando que faltan cuatro años; para que tenga presente que, estando en minoría, puede ocurrir cualquier imprevisto y forzarlo a disolver las Cámaras. Y, al mismo tiempo, mata otro pájaro del mismo tiro: les envía a los partidos de oposición, sobre todo al PSOE, el mensaje de que no jueguen, que el PP recupera votos y los demás andan a la baja; si juegan al derribo por ese método de echar abajo sus leyes y sus reformas, él tiene la llave del futuro y puede hundir a unos cuantos. De Mariano Rajoy se puede esperar ese recado y cualquier otro de malévola intención.

Y dicho eso, equivocado o no, a mí que no me vengan con cuentos. Que no me vuelvan a decir desde la mesa del Consejo de Ministros o desde las declaraciones episódicas que el Gobierno no trabaja pensando en el rédito electoral; que solo funciona con la mente puesta en el interés general del país, en el progreso social y en el beneficio de los ciudadanos. El Gobierno, al fin y al cabo formado por políticos con ambición de permanecer en el poder, mide todos los días cómo van sus votos, y también lo dijo Rajoy. Y piensa tanto en las elecciones, que lo piensa incluso en las cenas de Navidad.