Ahí le quiero ver, Pablo Iglesias

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

23 dic 2016 . Actualizado a las 08:07 h.

Primer asalto ganado por Pablo Iglesias a Íñigo Errejón. Con tres puntualizaciones. La primera, que se trata de una victoria por la mínima, con una diferencia de 2.420 votos de un total de casi 90.000 emitidos. La segunda, que esa diferencia no permite al secretario general de Podemos imponer sus tesis, si de verdad cree en la democracia interna de su partido y la practica. Y la tercera, que lo decidido en esta consulta es una cuestión muy técnica: votar en Vistalegre las resoluciones políticas y las listas al mismo tiempo o hacerlo por separado. Hay que ser muy cafetero, como suele decir José María Calleja, para entender la diferencia y, desde luego, para calificar que lo primero es una «involución democrática», argumento utilizado por Errejón.

Por lo tanto, si había algún interés externo en la votación, no era por su contenido, sino por la confrontación entre ambos personajes, con otra singularidad: tampoco hay mucha gente que tenga claras las diferencias entre ellos. Iglesias está más por combinar la agitación en la calle, y Errejón por utilizar los métodos institucionales. El mismo día se puede escuchar que Pablo es el radical, pero que Íñigo lo es mucho más, lo cual significa una cosa: que los fines de ambos no son distintos. No hay, por tanto, una crisis ideológica y tampoco de formas, que están llenas de romanticismo, con mensajes que ya quisieran algunos enamorados y un pico ante las cámaras, si hay una reportera que se lo pide.

¿Qué es lo que hay, entonces? Suponiendo que no sea todo un teatrillo para ocupar la atención informativa, hay una lucha por el poder estrictamente personal. Lo que votaron los inscritos ha sido poder. Los partidarios de Errejón votaron sus tesis y los de Iglesias las suyas, pero votaron antes que nada a los autores. Y el resultado sí que significa algo: significa que Pablo Iglesias ha perdido liderazgo, él lo sabe y por eso amaga con retirarse si sus posturas son derrotadas. Y significa lo dicho al principio: que el líder actual de Podemos no queda legitimado para prescindir de Errejón. Con el partido dividido en dos mitades, excluir a una sí que sería una involución democrática.

Y ahí quiero ver al señor Iglesias. Ahí quiero comprobar hasta qué punto es capaz de mantener en la dirección a quien discrepa; hasta qué punto acepta la disidencia aunque solo sea formal, y hasta qué punto no hay caudillismo en su forma de dirigir el partido, que será su forma de dirigir España si algún día gana las elecciones. De momento ya se ha dicho que, pasado Vistalegre, prohibirá las tendencias internas. Es decir, el que quiera discrepar no tendrá sitio en Podemos. No sé si llega a ser estalinismo. Se acerca mucho a un método dictatorial.