Iglesias y Errejón

Ignacio Bermúdez de Castro
Ignacio Bermúdez de Castro PASOS SIN HUELLAS

OPINIÓN

24 dic 2016 . Actualizado a las 12:13 h.

Si fuera de Podemos, hubiera optado por Errejón en la consulta sobre el sistema de votación que se empleará en la asamblea ciudadana conocida como Vistalegre II. Pero como no lo soy, me limito a congratularme con el hecho de que Iglesias se haya limitado a obtener una victoria a los puntos sobre su íntimo enemigo. No es que considere que Pablo sea más radical que Íñigo. Pensar, lo que se dice pensar, piensan igual. Tal vez con matices, pero ambos se ubican ideológicamente a la izquierda de Lenin. Me recuerdan al policía bueno y al malo interrogando a un sospechoso en una película de serie B. Y salvando las distancias, que son abismales, a González y a Guerra en los años de la transición. A pesar de esta afinidad ideológica me inclino por Errejón por una cuestión de formas. Detesto la prepotencia y arrogancia en los líderes políticos, y de eso Iglesias anda sobrado. Su revés al no obtener ni la mitad del respaldo de la militancia le va a venir bien a la formación morada, al restarle poder a alguien con tendencia al «aquí mando yo». Lo que temo es que, a pesar de todo, Iglesias (Stalin) se quite de en medio a Errejón (Trotski) mandándolo a ver pasar la vida al rincón de pensar. La Siberia española, en donde tantos políticos incómodos han terminado sus años de militancia. Aunque resulte políticamente incorrecto, me declaro a favor del bipartidismo entre PSOE y PP, pero si el pueblo así no lo desea, que cuando menos los líderes de las nueva formaciones sean tolerantes y parlamentariamente correctos. Que una cosa es ir al circo, y otra muy distinta al Congreso de los Diputados.