Pagando en mercados manipulados

Albino Prada
Albino Prada CELTAS CORTOS

OPINIÓN

28 dic 2016 . Actualizado a las 11:11 h.

Mientras tenemos que soportar a una avalancha de asesores, analistas y tertulianos que pregonan la invencible ley de la mano invisible de los mercados, esa mano que nos obliga a competir en un mundo global con los costes laborales, fiscales o ambientales chinos, pudimos comprobar que este último mes del año se cerró con un renuncio monumental a ese argumento.

Porque nos tuvo que decir el Tribunal de Justicia de la Unión Europea que buena parte de nuestros mercados financieros (afectando a casi cuatro millones de contratos hipotecarios) habían ocultado información crucial a los ciudadanos, relativa a que si los intereses subían nada limitaba sus pagos pero si bajaban, a causa del libre mercado, el prestamista se reservaba en una cláusula una ganancia por encima de la que le daría la mano invisible. Pintan bastos: mano visible.

Lo más grave del asunto es que esa mano visible y manipuladora no fue impugnada por los Gobiernos habidos en los últimos veinte años, ni por sus Fiscalías Generales del Estado, ni por el Banco de España, ni por variadas comisiones supervisoras o tribunales. Una tropa de gente muy bien pagada para defender los intereses generales, la competencia y la mano invisible que nos debieran gobernar, pero que se plegaron a que el poder financiero manipulara así el mercado hipotecario.

Claro que, ya antes, estos mismos padres de la patria nos obligaron a sanear, a cuenta de la deuda pública (que ahora supera nuestro PIB), sus pérdidas financieras, pues ni con tales manipulaciones del mercado, ni con condiciones de ejecución, intereses de demora y desahucio leoninos fueron capaces de mantener su burbuja. Es por eso que estos días eché de menos concentraciones populares festivas para celebrar la sentencia contra nuestro capitalismo financiero extractivo, tan acostumbrado a tener cautivo el mercado nacional (pues igual que lo hacen con hipotecados lo hacen con las empresas en las que mandan) mientras pregonan las excelencias imparables de la globalizada competencia mundial.

No tengo espacio para abrumar al lector, pero este último mes del año anoté algún otro ejemplo. Así mientras el Banco de España recomendaba al banco malo (la Sareb, que en un 55 % es de los bancos) valorar sus activos a precios de mercado, el Gobierno ha interpuesto su mano en el asunto para diferir que afloren esas pérdidas, seguiremos pagando por activos inflados. Pintan bastos: mano visible.

Otro buen ejemplo lo tenemos en la inminente nacionalización de autopistas que dan pérdidas. Dicha nacionalización sería consecuencia de una cláusula -¿les suena?- de responsabilidad patrimonial de la Administración, por la que el Estado tiene que asumir una infraestructura en caso de quiebra, y abonar a las empresas concesionarias (endeudadas con los bancos) el importe de la inversión que aún no han recuperado. Pintan bastos: mano visible.

Una cláusula que no existe, sobra decirlo, para reducir el período de concesión si los beneficios son jugosos. Pongamos por caso en la Autopista del Atlántico.