La hora de Cospedal

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

05 ene 2017 . Actualizado a las 09:44 h.

De momento, Dolores de Cospedal ha reaccionado bien como ministra de Defensa. La próxima semana recibirá a los familiares de las víctimas del Yak-42 y ha solicitado informar al Congreso de los Diputados. De la primera reunión se puede esperar que haga lo que nadie hizo hasta ahora desde ningún Gobierno: pedir perdón por los fallos que denuncia el dictamen del Consejo de Estado. Lo reclaman las familias y creo que no cuesta nada hacerlo. Sobre todo cuando, como dijo el señor Rajoy, han pasado muchos años. La información al Congreso es un poco más compleja. La ministra tiene dos opciones: o asume la versión de Federico Trillo, que era la versión del Gobierno Aznar, o asume las tesis del Consejo de Estado, que la contradicen y denuncian que no se garantizó debidamente la seguridad de los militares, ni se hizo caso a las advertencias de la Inteligencia militar, ni se contrataron los aviones adecuados.

Difícil papeleta para la señora De Cospedal. Difícil, porque Federico Trillo ha sido una persona muy importante en la historia del Partido Popular, del que la ministra es secretaria general. Y difícil, porque las declaraciones de los responsables de ese partido se han negado hasta ahora a exigir responsabilidades al todavía embajador en Londres. El presidente Rajoy considera zanjado el asunto por las resoluciones judiciales. El vicesecretario del comunicación, Pablo Casado, defendió a Trillo asegurando que «los ministros de Defensa velan por la vida de las tropas y así se hizo». Y el ambiente general de la calle Génova es no hacer a la oposición el regalo de la cabeza y el honor de Trillo. Por eso ayer, cuando se anunció su próximo relevo, el poder político se preocupó de afirmar que es un cese previsto con anterioridad y que forma parte del paquete de setenta cambios en las embajadas que prepara el nuevo ministro de Exteriores.

Ese es el escenario en que se tiene que mover la ministra de Defensa. Merece elogio su disposición a dar la cara, aunque se la partan, como cuando trató de explicar la indemnización en diferido de Luis Bárcenas. En estos casos solo hay una forma de salir airoso: inundar la Cámara de información y de datos hasta desbordar al Consejo de Estado y hasta saturar y descolocar a los diputados ávidos de sangre. Solo se le exige una condición: ya que pide comparecer, que no sea para agravar el problema político planteado por el dictamen del órgano consultivo. Tiene que ser para cerrar esa herida como sea. Porque han sido 62 muertos. Porque hay motivos para pensar que se engañó a la sociedad. Porque hubo condenas judiciales a militares, pero ni una responsabilidad política. Y porque estas contiendas solo se ganan con un arma: el arma de la verdad.