Exceptuando el 2002 y el 2013, todos los años transcurridos desde las elecciones constituyentes de 1977 se ha votado algo en España, lo que define como excepcionales el 2017 que empieza ahora y el 2018 también, porque serán dos años consecutivos de silencio electoral si es que no se anticipan las elecciones autonómicas de Cataluña.
Sobre lo primero, ya hemos comentado en estas páginas que el sistema político mediático es electoralmente incompetente, porque no se comprende que el comportamiento electoral ha cambiado en sus grandes números, y como los medios ya no disponen de referencias sobre su evolución, que son las elecciones, permanecen en la oscuridad. Sobre lo segundo, Carles Puigdemont ha asegurado que este año convocará un referendo en Cataluña sobre su independencia de España, que su resultado será vinculante y él, diligente. Lo que se traduce en una consulta como la del 9 de noviembre del 2014 y la proclamación inmediata de la república de Cataluña, porque el Gobierno no va a pactar nada y los electores de Ciudadanos, el PP, el PSC y los comunes no irán a votar.
Nos lo explicaron los griegos: si hay que pagar, se paga, pero paga Tsipras. En Cataluña, como en Grecia, las personas se fían de los políticos como Oriol Junqueras o Carles Puigdemont para que hagan lo que puedan por su país, aunque sin sacarlo del primer mundo. O sin corralitos, para que se entienda mejor. La nación catalana es una zona de acumulación de riqueza y de prosperidad sostenida, que es el factor aglutinante último de las voluntades de las personas en esta región del planeta donde casi todo está pautado y la soberanía es relativa. Dicho de otra forma, el autónomo de Barcelona que lleva décadas tributando en la hacienda pública española, difícilmente dejará de hacerlo sin todas las bendiciones.
Con independencia de los propósitos de Puigdemont, su partido, que es el PDECat, se está construyendo en la política real, que es la que entienden las personas corrientes, la economía productiva, los poderes reales y el sistema de la Unión Europea. Lo que se expresa mediante la comisión parlamentaria para el estudio de un referendo en Cataluña que promueve Francesc Homs, un político más duro que un ruso que ha llegado a Madrid para negociar precisamente ahora, cuando la plurinacionalidad del Estado está rubricada en las urnas con los votos de Podemos y el bipartidismo se destruye por el simple agotamiento de su cultura política.
Para que se entienda, si se convocan ahora elecciones en Cataluña, el PDECat ganaría en el medio plazo aunque perdiendo, con veintitantos escaños, frente a ERC, que perdería ganando ahora con treinta y muchos; porque lo de la independencia este año aún puede ser productivo para Esquerra, que empezaría a perder los votos después del referendo unilateral si el que ha puesto la cara es Junqueras.
Un referendo pactado en Cataluña es política real de sello UE, pero también es el lugar estratégico inexpugnable que está defendiendo el PDECat en Madrid, mientras el PSOE y el PP se destruyen negando la mayor.