Camión. Antes: automóvil de grandes dimensiones para transportar cosas. Ahora: bomba gigante.
Teléfono. Antes: aparato para comunicar a personas ubicadas en espacios físicos diferentes. Ahora: despertador, reloj, agenda, radio, televisor, gimnasio.
Banco. Antes: entidad que prestaba dinero y recibía dinero por ello. Ahora: entidad que recibe dinero.
Aeropuerto. Antes: edificio al que dirigirse para coger un avión. Ahora: edificio al que dirigirse para desnudarse.
Campana. Antes: objeto que doblaba por ti. Ahora: masa de bronce para ser vendida al peso.
Refugiado. Antes: ser humano que huía y al que se recibía. Ahora: ser humano que huye y al que se confina en un campo.
Estados Unidos. Antes: un país cuyos presidentes dimitían si mentían. Ahora: un país que preside quien más miente.
Rusia. Antes: el enemigo de Estados Unidos. Ahora: el amigo de Trump.
Ropa. Antes: prendas que renovabas una vez al año. Ahora: prendas que renuevas una vez a la semana.
Oficina. Antes: lugar al que acudías para trabajar. Ahora: coworking.
Comida. Antes: Alimentos cuya ingesta podían producir satisfacción. Ahora: experiencia multisensorial multicultural.
Televisor. Antes: TVE y UHF que emitían de forma intermitente. Ahora: cientos de canales y en ninguno echan algo que me gusta.
Amigos. Antes: personas a las que conocías, con las que compartías y a las que amabas. Ahora: caras que computa Facebook cuyo principal gesto de amor es darte likes y enterarse de tu cumpleaños porque se lo dice Zuckerberg.
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