¿Por qué no leemos? Porque el Gobierno no quiere

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

16 ene 2017 . Actualizado a las 09:06 h.

La pasada semana, la sección de Cultura de La Voz se abría con un reportaje demoledor. Concluía que el 40 % de los españoles reconocen no abrir «jamás» un libro (me pregunto cuántos no abren nunca un buen libro). Así es nuestro país. Tierra de charanga y pandereta. La simbiosis de Twitter con Facebook, donde el más necio se cree Homero, y el sincretismo de la estupidez con la programación de alguna cadena televisiva ghvip. No se lee porque no se necesita. Porque nuestra educación, desde la Logse, ha sido un disparate legislativo. Y porque es mejor manifestarse a favor de lo políticamente correcto que contra el analfabetismo funcional creciente y la idiocia que adora al único Dios verdadero (poderoso caballero es don dinero). Aunque ya sé que nunca se ha leído tanto. Aunque ya sé que los jóvenes son peritos en el arte de la electrónica y la pantalla. Aunque ya sé que estos artículos que escribo caen en saco roto. Aunque soy un iluso, persevero en ir a la contra de una sociedad que ha hecho de la mentecatez un valor en alza.

¿Cómo se resolvería todo esto? Fácilmente. Si hubiese voluntad y un Gobierno que no tuviese miedo a posicionarse contra los usos de los malos tiempos. He escrito que esto se cambiaba en una legislatura. El PP tuvo su oportunidad entre el 2011 y el 2015. La desaprovechó de modo esplendoroso. Primero nombrando a Wert ministro, dicharachero o lenguaraz, y acompañándolo con un escudero en Cultura que ha sido lo peor que le ha pasado a la Cultura en toda la democracia (José María Lassalle). Nada se hizo. Sí, una ley de educación que estos días se reinventa: borrón y cuenta nueva. ¿Y ahora qué? Ahora toca perder. Enterrad toda esperanza. Aún se habla, a mediados de enero, de la chica que dio las campanadas en una cadena televisiva. Y de su novio, que es chef. Esa es la cuestión. Es más importante ser chef que trasplantar un hígado. No hay salida. España ha perdido la ambición intelectual y no hay modo de recuperarla. Primero con la corrupción, que empezó con los pelotazos de la pseudoizquierda y acabó en la paella valenciana de la pseudoderecha (en España todo es pseudo), y luego con el fulgurante ascenso de la mediocridad.

¿No hay solución, entonces? Yo la tengo. Y la escribo por si mudasen las voluntades de la Administración. Regresemos a lo elemental: ciencias y humanidades primordiales. Dejemos tantas asignaturas y actividades extraescolares. Mimar al profesorado y elegirlo escrupulosamente. Olvidemos las campañas de lectura para niños y empecemos con campañas para adultos. Una ley que no permita que la bazofia televisiva se emita en horario de máxima audiencia. Menos igualar por abajo y más procurar la excelencia. Menos culto a la idiotez. Un poco de sensibilidad. Y buenos libros. Y buenos periódicos. Los que cuentan, por ejemplo, que el 40 % de la gente no abre «jamás» un libro.