Bárcenas y el palco del Bernabéu

Fernando Salgado
Fernando Salgado LA QUILLA

OPINIÓN

19 ene 2017 . Actualizado a las 08:46 h.

Era un secreto a voces -secreto con chirimías, decían los clásicos- y Luis Bárcenas acaba de certificarlo. En el palco del Bernabéu, como en el café de Rick de Casablanca, se juega. Pero no al fútbol, que sería lo suyo, sino a todo. En aquel glorioso recinto, al mismo tiempo que se comenta la alineación de Zidane y el gol de Cristiano, se cierran negocios, se concilian intereses, se adjudican contratos de obra pública, se clasifican terrenos y hasta, si me apuran, se ponen y deponen ministros. No sé si a mayores -cautela que adopto en aras de la presunción de inocencia- también se amañan partidos, se compran árbitros o empresas, y se deciden comisiones del 3 % o de superior dígito.

Por una vez resultó convincente la declaración de Bárcenas ante el juez de la Gürtel. Pensar que Florentino Pérez o Villar Mir se dedicaban a sobornar al tesorero del PP o «al señor de la agencia de viajes» para conseguir adjudicaciones de obra pública, teniendo como tienen «algo llamado» el palco del Bernabéu, «es una idiotez». «Una auténtica chorrada», propia de un raterillo de baja estofa llamado Francisco Correa, de quien partió tan descabellada acusación.

Ahora entiendo la fatal atracción que el palco del Bernabéu despierta en empresarios y ministros, deportistas, sindicalistas y arzobispos, magnates y mangantes, incluso entre aquellos que detestan el noble arte del balompié. Por más que el gestor de la casa blanca le insista a Jordi Évole que «en el palco solo se habla de fútbol», allí reside el poder. Lo sabe hasta un pícaro como el pequeño Nicolás, quien después de colarse en La Zarzuela y otros despachos de alto standing, buscó y obtuvo su consagración en el palco del Bernabéu. Lo cuenta, para que vean que no miento ni exagero, el secretario de Estado de Comercio, Jaime García-Legaz: «Me dijo que quería ir al palco, que nunca había estado y que le haría muchísima ilusión. Quería estar cerca de los nietos de Villar Mir. Esa fue la única vez que vino conmigo».

Que allí se corta el bacalao en lonchas deberían saberlo los aspirantes a emprendedores de postín o a magos de las finanzas. Y también los políticos en ciernes que ambicionan escalar las cumbres del poder. Todos los que se proponen dar el salto de la mediocridad a la excelencia lo tienen francamente difícil si toda su referencia del palco del Bernabéu es meramente visual, a través de la pantalla de televisión o a vista de pájaro desde las bancadas del estadio. Sé que hay otras alternativas y otros palcos, pero me reconocerán ustedes que ninguno tiene la solera ni irradia la majestuosa influencia del que preside Florentino Pérez.

No fue la lúcida declaración de Bárcenas su única aportación esta semana. También acuñó para la posteridad un innovador concepto financiero: la «contabilidad extracontable». La tercera vía, entre las cajas a y b de toda empresa o partido que se precie, un producto de ingeniería que sin duda merecerá los plácemes de muchos asiduos al palco del Bernabéu.