Un final prematuro

OPINIÓN

26 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Me enteré de la muerte de Bimba pocas horas después de que sucediese. Un mediodía de invierno. Uno de esos días que cuando nos cogen en la montaña tratamos de captar para siempre, imprimir esa imagen en nuestra cabeza: el sol mundano y la claridad; ese azul frío y bello; los picos blancos, serenos e inalcanzables. Ese día, aún no lo sabía, pero morirían otras cosas para mí; pero esto aquí no tiene cabida.

Leía en Twitter: «Fallece Bimba Bosé, a los 41 años, a consecuencia de una larga enfermedad». Y me pareció una traición hacia ella. Una larga enfermedad. Una larga y dura enfermedad que tiene un nombre: cáncer. BB afrontó su enfermedad con entereza y determinación, como lo hacen cientos de enfermos que la padecen. Alguien que luchó por evitar el estigma hacia el enfermo de cáncer, que muchas veces parte y reside en los propios enfermos. Posó luciendo su mastectomía, al más puro estilo amazona; belleza, dureza y realidad en una misma portada. Abandonó la dictadura de la peluca y del autoengaño, luciendo con orgullo pañuelos color rosa, el color de la fuerza de las mujeres: madres, hijas,parejas, hermanas, amigas.

La muerte de Bimba la siento más que otras. La fama, ser conocida; o que la historia me suena tanto que hace que evoque mi propia tragedia. No la conocía apenas, no es una artista que haya marcado mi vida. Recuerdo la única vez que la vi, aún no estaba enferma, en La Fresh Gallery de Topacio. Creo recordar que se inauguraba una exposición de Gorka Postigo, quizá no. Estaba rodeada de sus amigos: Alaska y Mario, David Delfín, Pelayo y otros. Me fije en ella porque vestía unos pantalones muy cortos que mostraban unas piernas enormes, delgadas pero torneadas. Primavera alta en Madrid, esos días que huelen a estudiantes y bohemia, el verano asciende por Alcalá y espera agazapado en el Retiro para conquistar la capital una vez haya terminado la feria de San Isidro. Me fije en sus andares, caminaba extraño pero acompasado, me recordaba a su abuelo frente a un morlaco, a su abuelo serpenteando entre las ingles de Ava. Tenía una de esas raras bellezas que enamoran, desprendía aura de triunfo y grandeza tan de su familia.

La ultima noticia que tuve de BB hasta que me enteré de su muerte fue que compaginaba los ciclos de quimioterapia con sus jornadas laborales. Dicen que luchó hasta que no pudo más, hasta que la metástasis se expandió tanto que acabó con todo atisbo de esperanza. El enfermo nunca se cansa de luchar ni de la vida; la enfermedad le agota, que es algo muy distinto. Pasó lo últimos días con su familia en Sotogrande, donde vivía. El crepúsculo de su vida en ese paraíso gaditano rodeada de quienes más la querían y van a echar de menos. No es un mal final, pero sí es un final prematuro.