26 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El concepto de gestión está relacionado con el de poder y se utiliza en debates para mediar entre los individuos y las estructuras sociales. Y esto es debido a que pertenece a la naturaleza de la consciencia individual en su relación con la libertad, y en medio de los determinantes exteriores.

No vamos a entrar aquí en las ciencias sociales y hablar de Weber o de Durkheim, dado que lo que tratamos de traer a colación es la falta de gestión que existe en un país como España, al menos en su faceta política. En este país, se dice lo que se va a hacer, se hace pocas veces y al final casi todo se deja en el aire para que alguien venga a desarrollarlo y a llegar, con mucha suerte, a conclusiones. Ejemplos los tenemos todos los días. España es un país en donde poco o nada se concluye asentándose en bases estadísticas, ya que no se cree que la ciencia pueda llevarnos a organizarnos mejor. La experiencia de los otros no sirve, ya que cada uno de nuestros ciudadanos es de su mama y de su papa, y todos somos únicos, distintos y los mejores.

Pero la falta de gestión ha demostrado que las normas en nuestro país no aparecen claras, dado que nadie las sigue. Y de hecho, se llama burro al que paga impuestos y no sucede nada, no hay una multa que castigue tal mal ejemplo, y además, se le sigue alabando por haber corrido en una moto. No nos gusta que haya estructuras que lleguen a la coerción, a obligarnos a cumplir con la regularidad social y cultural que se ha impuesto a través de normas para la convivencia. Se alaba el comportamiento individual cuando es iconoclasta, algo fácil de hacer, ya que no conlleva orden, trabajo, respeto y calidad. Es decir no creemos que en España exista una consciencia colectiva, aunque al no hacerlo nos encontremos en un estadio pre-social en donde parece que vivimos mejor que nadie y eso se discute por donde vayas.

Al no haber gestión no es posible el compromiso, mediación utilizada en política en otros países que llegan a entenderse para gestionar lo importante. Pero España no creemos en las abstracciones que nos imponen las reglas de conducta, pues pensamos que las leyes no son nuestras, por lo que nunca hay culpables, aunque te hayan cazado con bolsas de dinero robado en algún lugar del territorio.

En España estamos en contra de la gestión porque ésta nos separa de la creatividad y de la imaginación. La gestión impone orden y nosotros queremos la libertad, como si fuese algo que se consigue haciendo lo que le da la gana a cada uno. Al obligarnos a guardar el orden establecido se nos quita nuestra energía, que es la fuerza que ha creado al mundo. Y decimos que la improvisación es lo ideal hasta que tenemos que ir al médico, al colegio  o la universidad, a pagar impuestos o al notario.

En España hay mucho excéntrico que casi nunca paga los impuestos en este país, aunque diga que es en donde mejor se vive. Es la moda de una nueva moralidad en donde la creación de uno mismo implica, además de un egoísmo atroz, una falta de respeto hacia los otros conciudadanos que no pueden pasearse por Nueva York diciendo que lo mejor de España es la tortilla de patata.