Ferrante, Berlin y «Comanchería»

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

29 ene 2017 . Actualizado a las 10:26 h.

A veces dos libros y una película te reconcilian con la vida. Apunten estos dos nombres y este título de película: Elena Ferrante, Lucia Berlin y Comanchería. Da igual si Elena Ferrante es un seudónimo. Su saga de novelas sobre Nápoles y sobre la amistad de dos mujeres, de niñas a mujeres, es impresionante. Es pura vida. Como lo son los relatos de Manual para mujeres de la limpieza, de Lucia Berlin. Tanto las novelas de Ferrante como los relatos de Berlin te vapulean. Te dejan sin aliento. No hay artificio literario. No hay floripondios. Son personas que han vivido al límite, que han sentido el ardiente límite y el gélido límite, y que dejan sobre los folios un testimonio espectacular de cómo un día puede contener un millón de días, y una noche, un trillón de noches. La intensidad es la de aquel que nunca dice que no a un beso o a una bofetada. Berlin, que fue rica y pobre, que trabajó en salas de urgencias y limpiando pisos, que conoció lo que es ver el mundo distorsionado a través del fondo de una botella que te acabas de beber, tiene una extraña manera de escribir que la hace todavía más auténtica. Salta en el lenguaje y en la vida como sobre una rayuela. El capricho es su guion. No hay otro. Nunca está en coma, ella siempre añade una coma y pasa a contar otra cosa. Pero no solo de libros vive el hombre. Hablemos también de cine, ahora que vienen los Goyas y los Oscar. Comanchería es un espectáculo de cine social sin dar la vara. Son dos hermanos que atracan bancos para vengar la hipoteca sin entrañas que sufrió su madre. Es el amor entre hermanos, que siempre les quedará el paraíso de la infancia, de crecer juntos. Comanchería es Fargo, el filme, pero en Texas. Es el actor Jeff Bridges inmenso, que persigue a esos hermanos. No desvelo más. Desvélense ustedes con los libros de Ferrante y Berlin y con la película Comanchería. Pierdan el sueño con estas letras y escenas que trenzan sueños y pesadillas, como quien ve ponerse el sol por penúltima vez.