La pesadilla Sánchez

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

06 feb 2017 . Actualizado a las 09:00 h.

Los que consideran un triunfo que Pedro Sánchez se postule de nuevo para la secretaría general del PSOE deberían repasar su meteórica carrera de antaño, de derrota en derrota y siempre a peor, cuando era el líder del partido y cacareaba un absurdo e ininteligible «no es no», con el que ahora quiere volver a darnos la tabarra electoral.

Como único éxito de su etapa al frente del partido, Pedro Sánchez asegura que él evitó el sorpasso ante Podemos. Y es verdad. Pero no dice que, elección tras elección, fue empeorando los resultados del PSOE, ¡y mejorando los del PP! ¿Pueden haber olvidado esto los socialistas que han protagonizado y liderado con acierto grandes etapas de nuestra democracia? No debieran, porque solo por el camino de la memoria se puede conectar y enlazar con el pasado y con lo que fueron unos aciertos indiscutibles.

¿Adónde quiere ir ahora Pedro Sánchez? Mucho me temo que tan solo a la venganza, algo humanamente muy explicable, pero políticamente nocivo. Quiere dividir a un partido cuya unidad no atraviesa su mejor momento, pero cuyas relaciones internas se han regenerado de la mano del comité federal encabezado por Javier Fernández, presidente de Asturias, que ha dado toda una lección de equilibrio y de prudencia.

En estas circunstancias, creo que Pedro Sánchez, con el pasado que arrastra, sería la peor opción, porque reactivaría todos los rencores y enconos y dividiría a un PSOE ya muy fragmentado y castigado. El propio Sánchez debería darse cuenta de ello, porque él es parte del problema, pero no creo que su ceguera le permita ver nada de todo esto. Se cumpliría así una vez más el dicho de Oscar Wilde de que «la ambición es el último refugio del fracaso». Aunque probablemente Sánchez lo recuerde todo de otro modo. Y yo lo comprendo, porque ya Dante nos dijo que «no hay mayor dolor que recordar los tiempos felices desde la miseria». Este dolor suele nublar el buen juicio.

A mí me gustaría que el PSOE, en vez de comparecer a la greña, se presentase como un colectivo que busca la unidad y la armonía interna, para ser, al cabo, el gran partido de la izquierda socialdemócrata que España necesita, hoy como ayer, y como mañana. Pero…