Soportar a Luis Enrique

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

20 feb 2017 . Actualizado a las 08:16 h.

Entre los grandes enigmas de la actualidad futbolística, uno me supera: Luis Enrique. Cuando llegó a mi equipo, quise cambiarme, pero no pude. Es como si trajeran a Mourinho, pero peor. Nunca le verás una sonrisa, y cuando se la ves es tragicómica. Su amargura se contagia. Sus malos modos, también. Lo ves y te dan ganas de no tirar el «kleenex» en la papelera o de gritar a tu perro. Luis Enrique es el principio de Peter aplicado al fútbol: uno hace bien sus pequeñas cosas, pero lo promocionan a un puesto donde deja al descubierto todas sus incapacitaciones. Pero eso es lo de menos. Han pasado muchos entrenadores nefastos por mi equipo. Ninguno tan mal encarado y tan áspero y agrio y avinagrado como Luis Enrique. Por eso escribo de él en tiempos de carnaval: por ver si se nos alegra. 

Una cosa es ser un triste en tu ámbito íntimo, en las cercanías, y otra ser pura acrimonia ante todo el mundo. Qué pensarán en Jamaica de Luis Enrique. O en Rio de Janeiro, allá, donde la fiesta es el padrenuestro de cada día. No hay camisetas con el nombre de Luis Enrique. Luis Cólera, mejor. El fútbol lo inventaron para divertirse. Por eso al lado del mejor jugador de todos los mundos, que tanta felicidad ha repartido por doquier, no puede estar un minuto más el entrenador del vinagre. Lo ves, y es para salir corriendo. El pasado martes recibimos uno de los mayores baños de nuestra historia. Es cierto. Pero nada comparado a lo que hemos tenido que soportar los barcelonistas con el avinagrado de nuestro entrenador. Por qué tenemos que soportarlo, me pregunto.