La guerra de Siria espera a Trump

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

OPINIÓN

25 feb 2017 . Actualizado a las 10:23 h.

Mientras el mundo parece hipnotizado con las extravagancias de Donald Trump, las crisis del mundo siguen su deriva y en algún caso, como en el de Siria, desembocan en un momento clave sin que se les preste demasiada atención. Aunque también es cierto que el cómo termine esta crisis va a depender, en alguna medida, precisamente, del presidente norteamericano. En el frente contra el Estado Islámico se anunció el jueves por todo lo alto la toma del aeropuerto internacional de Mosul (Irak) por parte de las fuerzas iraquíes, con apoyo norteamericano. Es importante, porque permitirá iniciar una maniobra envolvente sobre la ciudad vieja de Mosul, aunque su conquista pueda llevar meses.

También es importante lo que está ocurriendo en la vecina Siria. Allí, las fuerzas kurdas acaban de cortar las comunicaciones entre Raqa y Deir Ezor, las dos ciudades más importantes que controla el Estado Islámico en este país. Un poco más al norte, el ejército turco, después de un mes de intentarlo, ha logrado tomar la estratégica localidad de Al Bab, también camino de Raqa. Por eso ayer el Estado Islámico se vengaba en su estilo habitual, matando a cincuenta guerrilleros aliados de los turcos con un coche bomba en esa ciudad.

Y por último, también el ejército de Al Asad está avanzando en esa zona, deslizando una cuña entre los turcos y Raqa para reservarse su conquista.

¿Pueden acabar chocando turcos y sirios por el control de Raqa? Cada vez parece menos probable. Ankara ha ido cambiando su posición en el conflicto. En principio, ya no aspira a derrocar a Asad. Ahora se conforma con frenar la expansión de los kurdos, algo en lo que coincide con Damasco. De hecho, parece claro que los dos ejércitos, aunque compitan por acaparar la mayor cantidad de terreno posible, se evitan cuidadosamente.

Esta postura pragmática de Turquía -algunos dirían que interesada, pero eso es lo esperable en un conflicto- la ha acercado a Rusia hace ya tiempo. Esto es lo que ha fructificado en otro hecho importante de esta semana: las conversaciones de paz que están teniendo lugar en Ginebra entre (parte de) la oposición siria y el régimen de Asad.

Es la primera vez que se ven las caras en tres años. Aunque nominalmente se reúnan bajo la tutela de la ONU, la iniciativa es el resultado de otro encuentro previo en Astaná (Kazajistán) entre Rusia, Turquía e Irán. La impopularidad de los padrinos es la razón de que oigamos hablar tan poco de esta iniciativa de paz; pero lo cierto es que se trata, con diferencia, de la más prometedora en toda la historia del conflicto.

¿Por qué? Porque los rebeldes sirios tienen una fuerte dependencia de Turquía, a través de cuyo territorio se aprovisionan de armas. Si Erdogan decide presionarles para que lleguen a un acuerdo la guerra no podrá durar mucho más.

La cuestión es si el presidente turco se ha decidido ya. No parece claro. Aunque no tan errático como el caprichoso Trump, Erdogan también es dado a los bandazos. Y hay algunas indicaciones de que podría estar gestándose un nuevo giro estratégico de los turcos, precisamente como consecuencia de los meandros de la política internacional de Donald Trump.

En un principio, parecía que Trump se acercaría a Rusia, lo que abría la posibilidad de un acuerdo que pusiese fin a la guerra en Siria. Pero las cosas han cambiado en pocas semanas. El acercamiento a Putin se ha convertido en el elemento más tóxico de la presidencia de Trump y ya ha provocado la caída de su asesor de Seguridad Nacional, el general Michael Flynn. Su sucesor, el general Herbert McMaster, apunta a un regreso a una visión estratégica más tradicional, que mantendría la hostilidad hacia Rusia y trataría de debilitar otra vez a Asad.

Trump también quiere incrementar la tensión con Irán, sobre todo tras la visita del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, el líder mundial que más le defiende. Un enfrentamiento con Irán conduciría por sí solo a un alejamiento de Rusia y a una reactivación de la guerra para derrocar a Asad. La idea de sacar partido de este posible cambio podría tentar a Erdogan.