Samanta, sus hijos y la calidad de vida

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

26 feb 2017 . Actualizado a las 10:22 h.

Nadie te enseña a ser madre o padre. No hay manuales. Cada hijo es un mundo. Cada padre, otro. Ese peso es duro, pero es hermoso.

La polémica sobre Samanta Villar y su maternidad parece calculada. Una operación perfecta para vender su libro. Esta chica que se hizo famosa poniéndose en la piel de distintos papeles, durante 21 días (21 días viviendo en una chabola, 21 días fumando porros, etcétera...) para un programa de televisión, ahora no ha tenido que ponerse en la piel de nadie. Ella misma ha sido la embarazada y ella misma es la madre de sus dos hijos. Lo que ha hecho es escribirlo y dar mucho juego cada vez que abre la boca haciendo declaraciones. En periodismo se utiliza lo de dar mucho juego cuando alguien te regala los titulares. Samanta lo hace. Algunos dicen que para vender más libros, y otros comentan que la chica es una valiente y que solo le ha puesto voz a lo que muchas madres piensan y no se atreven a decir en alto por lo que dirán de ellas. Samanta ha subrayado que sus hijos le han hecho perder calidad de vida. Que no se esperaba que fuese tan duro. Que la relación con sus hijos, a los que adora, es tóxica. Así lo repite en una entrevista tras otra y se enzarza hasta con empresas que venden productos para bebé. En lo de Samanta creo que hay un poco de cada cosa. Un poco de saber vender libros y lo que haga falta, y un poco de la punta del iceberg que supone ser padres y que casi nadie se atreve a manifestar. Ser padres pesa como la otra parte del iceberg, la que no se ve. Es duro. Estoy con Samanta. Nadie te enseña a ser madre o padre. No hay manuales. Cada hijo es un mundo. Cada padre, otro. Ese peso es duro, pero es hermoso. Te quita calidad de vida, pero te regala otra calidad de vida. Bañarlos un día es una experiencia única. Bañarlos todos los días es como correr el Tour sin doparse. Hay que ser sinceros. Claro que queremos a los hijos. Samanta también. Pero a veces es tan difícil que no viene mal un poco de sinceridad para todos los públicos, aunque escandalice. Lo de los padres ideales sí que no se lo traga nadie.