El machismo mata, no hay duda

OPINIÓN

03 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Ya van 17 mujeres asesinadas, varios menores se quedan huérfanos y otros apenas habían dejado la fase de bebé, y sus verdugos, sus propios padres, ya habían  planificado lo cortas que serían sus vidas. Contra esos individuos ya no caben medias tintas, pero sería un error pensar que actúan ajenos a la sociedad en la que vivimos. Hay muchas formas de violencia que, en pleno siglo XXI, se siguen lanzando a raudales sobre la condición femenina. Un eurodiputado polaco de extrema derecha, Janusz Korwin-Mikke, aseguró durante su intervención en el Parlamento Europeo que las mujeres deben ganar menos «porque son más débiles, más pequeñas, menos inteligentes» y la eurodiputada socialista, Iratxe García, le contestó que ella estaba en el Parlamento «para defender a las mujeres europeas de hombres como usted». Parece mentira que semejantes especímenes deambulen por instituciones que pagamos todos y se lleven un buen sueldo a fin de mes por incitar al odio en nombre de una ideología que mata.

Lo tremendo es que hay muchísimos empresarios que deben ser de la misma opinión que ese energúmeno acomplejado,  ya que tienen la desfachatez  de perpetuar la brecha salarial permitiendo que las mujeres lleguen a cobrar hasta un 30% menos que los hombres, a igual trabajo.

La publicidad en los medios, especialmente audiovisuales, se empeña en exprimir el cuerpo de la mujer como un objeto de consumo, recurriendo a estereotipos de roles y conductas, buscando ridiculizarlas, cosificándolas como pura mercancía.  

Y está ese machismo encubierto por el que transitan los salvadores de las mujeres, que desde comentarios en las redes o desde una posición de «pensadores», «analistas de la realidad», el lenguaje que emplean, aberrante y soez, les delata. Acaban utilizando el mismo leguaje de los maltratadores y asesinos, ese que banaliza todo lo que tenga que ver con la biología femenina, denominando de manera vulgar y despectiva partes de su cuerpo o de su ropa que, lejos de una defensa, suena a humillación y a estigma.  Estos son los mismos que no dudan en utilizar el término «feminazi» y se quedan tan anchos, escupiendo sus complejos vomitivos bajo la apariencia de seres «cultos» e «inteligentes».

El término «feminazi» fue acuñado por Rush Limbaugh, un ultraconservador del Partido Republicano de Estados Unidos (hoy apoya abiertamente a Donald Trump, qué curioso, verdad). La feminista Gloria Steinem le llegó a decir a ese tipo que durante el nazismo, Hitler se encargó de que feministas como Helene Stöcker, Clara Zetkin y Trude Weiss-Rosmarin, tuvieran que huir de Alemania y otras fueran asesinadas en campos de concentración. Las mujeres como colectivo también fueron víctimas del nazismo, habría que preguntarse quién está detrás de todas esas campañas torticeras que circulan por las redes bajo nombres falsos, ocultos tras el anonimato y sintiéndose impunes para verter tanto odio y cobardía, capaces de manipular la historia a su antojo para fines tan mezquinos.

El feminismo, no es lo contrario del machismo, ni siquiera son términos equiparables  como pretenden algunos. Diría que alguien, sea hombre o mujer, que ante todo se sienta persona,  no le queda mas remedio que ser feminista. El feminismo es un movimiento  social y político que empieza su andadura con el propósito de conseguir una sociedad más justa en la que exista una igualdad de oportunidades para todas las personas, mujeres y hombres. El feminismo, en general, reivindica los Derechos Humanos para todo el mundo. Por el contrario, el machismo es una actitud, un comportamiento prepotente y  violento, tremendamente cobarde,  amparado en la cultura patriarcal y sexista que acaba siendo una lacra para cualquier sociedad, porque  el delirio que sufren algunos por sentirse superiores y querer perpetuar unos privilegios inmorales, fuera de toda lógica en un Estado de Derecho, les lleva a  cometer todo tipo de fechorías, incluido el asesinato.

Y porque 17 mujeres asesinadas en apenas mes y medio,  pasa de ser un mero dato estadístico como para tomarnos en serio que hay un terrorismo de odio hacia las mujeres, por el hecho de serlo, y es incontestable e  injustificable, se mire como se mire.