La amarga victoria de la derecha

OPINIÓN

17 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

«Nunca una derrota ha sido tan dulce ni una victoria tan amarga». Esta célebre frase tiene su contexto determinado tras las elecciones generales de 1996, pero hoy viene a cuento para hablar del resultado en Holanda, donde ha ganado Mark Rutte, «liberal» (término suave para no llamarlo «de derechas»), frente a Geert Wilders (al que no se le maquilla su tendencia ideológica y se le tilda directamente «de ultraderecha»), «populista». Ha vencido el menos malo de los que pronosticaban las encuestas, y eso en los tiempos en los que nos encontramos y más con la profunda división de la UE es sin duda algo a valorar positivamente.

Lamentablemente, y aquí está el drama, el partido hermano del PSOE en Holanda ha pasado de los 38 diputados que obtuvo en 2012 a 9. Le ha sucedido a muchos otros partidos de corte «socialdemócrata» (ahora está de moda esta palabra, pero yo prefiero seguir usando la de socialista con todo el orgullo del mundo) que permitieron un gobierno de derechas, llegando incluso a formar parte de ejecutivos que aplicaron recortes a diestro y siniestro, y es lógico y normal que la ciudadanía progresista haya perdido la confianza en nuestra forma de ver el mundo.

El PSOE no es ajeno a esta situación. Esta semana tuve el placer de verme en Oviedo con Patxi López junto con otros compañeros que fuimos invitados a charlar con él antes de su encuentro abierto en el Antiguo Instituto Jovellanos de Gijón. Soy un desastre como pitoniso, pero a mí su candidatura me parece que terminará integrándose en una de las otras dos que se encuentran tan enfrentadas y que lideran Pedro Sánchez y Susana Díaz. Todos ellos deben ser conocedores y conscientes de la falta de identificación y de credibilidad que sufrimos los socialistas. Para mí es el principal problema al que nos enfrentamos a la hora de presentarnos a las elecciones. De ser un partido ganador hemos pasado a obtener muy malos resultados. Cierto es que es algo que vemos que no solamente ocurre en España. Holanda es el último ejemplo y veremos si en Francia o en Alemania los resultados siguen esa triste tendencia o no.

Lo que no creo en ningún caso es que nos podamos conformar con la victoria del menos malo. Sin políticas de izquierdas seguiremos aumentando las desigualdades en nuestras sociedades, y Europa necesita otro rumbo y otra visión para no acabar en una crisis permanente que no nos ayude a retomar la situación hacia un mundo mejor. Ojalá no tengamos que hablar de más amargas victorias como mal menor, pero o cambiamos o desaparecemos. No hay más opciones