Niños y móviles: uso y abuso

César Casal González
César casal CORAZONADAS

OPINIÓN

28 mar 2017 . Actualizado a las 08:42 h.

Alas nueve años. A los doce años. A los catorce años. En todas las casas hay líos con la edad en la que los hijos tienen que acceder a su primer móvil (¿dónde queda aquello de su primera colonia, Chispas?). Los expertos contaron en La Voz que la clave no es la edad, sino la madurez del pequeño. Y, sobre todo, lo más importante es el control y el ejemplo que los padres hagan de un aparato que es una conexión al mundo, con todo lo que significa esa expresión. Cierto es que no se pueden señalar a los pequeños y que retrasar demasiado la compra puede conseguir el efecto inverso: lo tienen todos, menos yo; soy el raro, no el especial. Pero, como indicó una psicóloga en este periódico, los hijos copian a los padres y se sobreexponen en Internet. Hasta la policía no para de advertirlo: colgar todas las imágenes en la red de unas vacaciones es una invitación a sufrir robos, por ejemplo. Los móviles, como todo, dependen del uso que se les dé. Y de que el uso nunca pase al abuso. Si el hijo ve al padre poner todas las fotos que le hace (de su cumpleaños, de un baño, de una cena), el chaval, cuando tenga el aparato, hará lo mismo. El ejemplo es decisivo. Como lo ha sido toda la vida. Criterio y límites, no hay otra para educar, nos dicen una y otra vez profesores que llevan muchos años en las aulas y han visto generaciones X, Y y Z. Los expertos añaden que las redes sociales, esa puerta al mundo, pueden causar problemas de autoestima en muchos menores. El control vuelve a ser necesario, hasta que aparezca con contundencia la madurez. El problema no es el móvil. Ya está dicho. Un cuchillo sirve para matar, pero, en manos de un chef, es el primer paso para el lujo que va a vivir, con una buena comida, nuestro estómago. Un móvil es una conexión con una realidad de la que no podemos aislar a los chavales, pero solo cuando sepan digerirla.