Otro partido socialista que se hunde

Fernando Salgado
Fernando Salgado LA QUILLA

OPINIÓN

18 abr 2017 . Actualizado a las 08:08 h.

D e las muchas incógnitas que plantean las elecciones presidenciales en Francia, hay una que ya parece despejada: el Partido Socialista Francés (PSF) se hunde. De confirmarse los pronósticos habrá pasado del palacio del Elíseo a la choza de la insignificancia en solo cinco años. François Hollande obtuvo en el 2012 más de diez millones de votos en la primera vuelta (18 millones, en la segunda). El candidato socialista, Benoît Hammon, obtendrá el próximo domingo, de hacer caso a los sondeos, menos de tres millones. Habrá, pues, más de siete millones de deserciones. Una hemorragia tan letal como la experimentada por el Pasok griego y el PvdA holandés, más intensa aún que la padecida por el PSOE en España.

Las razones del descalabro son comunes. La socialdemocracia europea busca desde hace décadas su DNI extraviado, pero el vendaval desatado en el 2008 aceleró su descomposición. Sorprendentemente, una crisis incubada en el seno de las políticas neoliberales -desregulación financiera, especulación inmobiliaria, endeudamiento brutal- se llevó por delante a quienes debían servir de freno, contrapeso y alternativa a esas políticas. Abandonados sus referentes ideológicos, incapaces de abanderar a las víctimas de la crisis y prisioneros de los postulados hegemónicos del discurso de la derecha, los históricos partidos socialistas van cayendo uno tras otro como los diez negritos de Agatha Christie.

El errático mandato de Hollande resulta paradigmático. Como Zapatero en mayo del 2010, se arrodilló para entonar el mea culpa y abrazar el credo liberal, sobre todo en el tramo final de su mandato. Hace solo un año, el presidente galo incendió Francia con una reforma del mercado laboral calcada de la aprobada en España por Rajoy. El PSF se desplomó, Hollande renunció a optar a la reelección y las primarias, solventadas a cara de perro, dieron una pírrica victoria a Hammon sobre Manuel Valls. Para decirlo en analogía española: Pedro Sánchez se impuso a Susana Díaz, pero hubiera sido lo mismo si venciese Valls. El partido, escindido en dos facciones irreconciliables, ya estaba en la uci.

Los votantes que desertaron del PSOE buscaron refugio a su izquierda. Hay quien baraja la hipótesis de que Podemos no lo fundó Pablo Iglesias, sino Zapatero con su giro a estribor. Los siete millones de votantes que previsiblemente abandonarán el PSF, arrojados por la borda por Hollande y sus políticas entreguistas, se repartirán entre el centro derecha de Emmanuel Macron (¡En Marcha!) y la izquierda de Jean-Luc Mélenchon (Francia Insumisa). Para entendernos, y salvando las distancias, entre Rivera y Pablo Iglesias.

Que tanto Macron como Mélenchon procedan del PSF resulta altamente significativo. Cuesta imaginar dos personalidades tan distintas y dos idearios tan distanciados conviviendo bajo idénticas siglas. Esa coyunda contra natura no podía durar. Reventó cuando el bisturí de la crisis económica abrió en canal la sociedad y las víctimas exigieron árnica para sus heridas.