Gracias a su libro aprendimos lo que fue la Guerra Civil

OPINIÓN

09 may 2017 . Actualizado a las 08:05 h.

Los dos tomos de La Guerra Civil Española de Hugh Thomas (no la versión mítica de Ruedo Ibérico, sino una edición corregida y aumentada publicada por Grijalbo en 1976) descansan desde hace décadas en la estantería de mi biblioteca, profusamente subrayados. Es algo frecuente entre la gente de mi generación, que tuvimos que aprender lo que fue aquella contienda fratricida por nuestra cuenta, porque en el colegio era tabú y en la universidad no se enseñaba. Gracias a ese libro accedimos a la primera síntesis rigurosa y equilibrada de la guerra, que impugnaba la maniquea propaganda franquista, que, disfrazada de historia, no era más que una repetición de las mismas mentiras y mitos que se habían impuesto a machamartillo desde la posguerra. El libro circuló de forma clandestina durante la dictadura y tuvo una gran influencia en la Transición. La apertura de archivos y los estudios de varias generaciones de historiadores han aportado nuevos datos y valoraciones, pero aún hoy su obra es una referencia, un clásico muy recomendable, aunque su primera edición es de 1961. Cuando, en el 2001, se celebró el cuadragésimo aniversario de su publicación, admitió que en los albores del siglo XXI era más conservador que en los años sesenta. Y añadió: «En la Guerra Civil no había conservadores, todos fueron revolucionarios o contrarrevolucionarios».

Lord Thomas fue un gran hispanista, como Raymond Carr o su discípulo Paul Preston, que nos ayudó a conocer nuestro propio pasado con la elegancia en la escritura y el rigor de los historiadores británicos. Su fascinación por España comenzó hace más de sesenta años, a raíz de su primer viaje a nuestro país en 1955, y continuó incólume hasta su muerte. Era amigo de España y de Galicia (ahí está su biografía de Eduardo Barreiros) y muy accesible en el trato. Hace unos años, cuando publicó El imperio español. De Colón a Magallanes (2003), el primer libro de una monumental trilogía sobre otro tema que le apasionaba, volvió a desmontar mitos. En una entrevista que le hice para La Voz, declaró que la conquista de América no fue un genocidio, «pero los contactos con las enfermedades europeas fue una tragedia para los indígenas y causaron más estragos que las matanzas y los combates». Y dejó claro que «la leyenda negra fue un invento de los protestantes en el siglo XVI como un arma propagandística contra España diciendo que todos los conquistadores fueron crueles y malvados». Europeísta convencido, Thomas pasó por el laborismo, recaló en el thatcherismo entre 1979 y 1991 y luego pasó a las filas liberal-demócratas. Pero, por encima de todo, fue maestro de historiadores y un amante de España.