Un corazón duro

OPINIÓN

01 jun 2017 . Actualizado a las 08:10 h.

Si se confirma la decisión de sacar a Estados Unidos del acuerdo de París contra el cambio climático, adelantada ayer por diversos medios norteamericanos, por mucho que estuviésemos advertidos ya de cuáles era las intenciones de Donald Trump al respecto, no deja de estremecernos. Parece que esta vez el papa Francisco no ha logrado ablandar el corazón de su interlocutor, justo cuando se cumple el segundo aniversario de su encíclica Laudato si, sobre el cuidado de la casa común. Como escribió el papa, una de las actitudes que obstruyen los caminos de solución al problema del cambio climático es la negación del problema, que es en donde se sitúa ese niño grande, arrogante y egocéntrico que es el actual presidente norteamericano. Tampoco se quedan atrás la indiferencia o la resignación cómoda. 

Necesitamos una solidaridad universal. Llevamos más de cuatro décadas reclamándola desde la bioética, el movimiento ambiental y la filosofía política. De otro modo, y esto no es ser pesimista, sino atender a la verdad de los datos, la actual civilización humana colapsará.

¡No puede ser que un solo hombre ponga en peligro el futuro del planeta en una civilización sostenible! Es la hora de las convicciones firmes, de la militancia comprometida, más allá de credos e ideologías. Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos. Y en esto la Unión Europea tiene un gran papel por cumplir.