Un tiempo para afinar y otro para la interpretación sinfónica

OPINIÓN

FILIPPO MONTEFORTE | Afp

Zidane impone como entrenador el sello que lo distinguió como jugador, gana meciendo el balón

04 jun 2017 . Actualizado a las 18:06 h.

Cuando jugaba, el francés maravillaba por lo que era capaz de hacer con el balón y de generar para sus compañeros. Desde el banquillo está aplicando la misma receta, busca la victoria sin traicionar esa filosofía. La logró ante un rival al que tampoco le quema el esférico, si bien se desempeña con otro manual.

Ocupación de los espacios

Un tiempo para cada equipo. En la primera parte, los italianos manejaron el partido más que el Madrid porque consiguieron que se jugase donde más les interesaba, lejos de Buffon, más cerca de la portería de Keylor Navas, bien trenzando o bien con envíos largos hacia Mandzukic e Higuaín. No dejaron que los de Zidane mandasen a través de la posesión de pelota. Tras el descanso sucedió todo lo contrario. El Madrid se adueñó del esférico, de la posesión y del partido. Ofreció un recital.

Pegada y control

Cristiano RonaldoCristiano Ronaldo apareció poco pero fue demoledor. En los dos goles interpretó dónde tenía que irrumpir y golpeó donde no podía llegar Buffon. No se sacó el balón de encima. En las finales, los detalles son determinantes y el portugués sacó lo mejor de su repertorio de rematador. En medio, un zambombazo de fe de Casemiro y un tanto postrero de Asensio. El Madrid impuso su pegada y la exhibición de control de balón tras el descanso, alrededor de Isco, Kroos y Modric, pero con todos ofreciéndose y ofreciendo alternativas para la salida de balón.

Actitud y lectura

Error corregido. El Real Madrid abrió el marcador con una jugada exquisita en la elaboración y la resolución. El robo y la conducción vertical de Kroos, el pase rápido de Benzema a su derecha, luego el de Ronaldo, el envío atrás de Carvajal cuando todo el mundo esperaba un servicio al área pequeña, y el golpeo del portugués. El Real Madrid hizo lo más difícil. Y pagó los metros que concedió. Encajó otra obra de talento, esta vez más restringido a la extraordinaria maniobra de Mandzukic. El conjunto merengue consintió una reacción demasiado rápida. En la segunda mitad no cayó en el mismo error. Se adelantó y no cedió metros. Siguió apretando.

Equilibrio

Con y sin balón. Zidane encontró la clave del equilibrio. Al fútbol se juega con y sin balón. Jamás renunció a la posesión, a la iniciativa, a la valentía. Pero poco a poco fue convenciendo a sus jugadores de que tenían que aplicarse en la otra mitad, la más sacrificada.