¿Unas copas o un vino?

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

25 jun 2017 . Actualizado a las 10:31 h.

El tiempo vuela, y pesa. ¿En qué momento se pasa de decir «tenemos que tomar unas copas» a comentar «a ver si tomamos un vino»? Optar entre salir como locos, beber como locos y terminar con una resaca de loco, de la que crees que no te recuperarás, y bajar a charlar y compartir un vino, con moderación y gusto. A lo sumo, una copa después del vino. ¿Se vuelve uno refinado o es que la edad educa? ¿En qué instante dejamos de hacer barbaridades con el alcohol y los coches, por ejemplo? ¿Cuándo dejamos de echarle a toda la comida kétchup y aprendemos a cerrar los ojos con las exquisiteces? Envejecer tiene su punto, lo único que sobran son los años. Hay quien dice que no existen las edades, que la edad está en la cabeza. En la mente. No lo creo. Siempre es mejor tener veinte años que cuatro veces veinte años. Aquella fuerza. Lo ideal: tener veinte años con lo que se sabe a los ochenta. Pero lo mejor de tener ochenta años es que has llegado a cumplirlos. La alternativa es peor. Hay privilegiados que tienen ochenta años que parecen sesenta y hacen vida de cincuenta. Pero lo normal no es eso. Un experto dijo que el ser humano tiene un cuerpo preparado para vivir cuarenta años como un campeón. Y que, a partir de ahí, las mañanas se complican, según genética, estilo de vida, hábitos, etcétera. No se trata de moderarse o de pasarse de revoluciones. El ser humano es libre porque opta. Es un rasgo básico. No estamos obligados a nada, aunque nos refugiemos en supuestas obligaciones. El ser humano puede pasarse de vueltas o vivir con moderación. El inteligente es el que sabe ir viviendo y disfrutando, adaptándose a lo que le marca la realidad de su cumpleaños. ¿Cuándo quedamos para tomar un vino?