Mosul, casi libre del terror

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

27 jun 2017 . Actualizado a las 08:15 h.

Los seres humanos nos esforzamos por erigir edificios estéticamente armoniosos con la esperanza de que su belleza perdure a lo largo de las eras. Sin embargo, nos fascinan las construcciones que no se amoldan a la voluntad humana, como la torre inclinada de Pisa, la Croocked Spire de Chesterfield o la Hadba de Mosul. Estas singulares obras, que han sucumbido a la debilidad del terreno, a la humedad de la madera o a cualquier otra circunstancia, acaban por convertirse en iconos que representan un legado histórico y la continuidad de nuestra civilización. Por ello, el derribo por el Estado Islámico de la mezquita de Al Nuri en Mosul se ha sentido con tanto dolor por los iraquíes, cuyo patrimonio lleva sufriendo el peor de los expolios desde hace décadas. Derrotados y en retirada, los yihadistas han querido impedir que el que fue símbolo de su locura ahora se convierta en testimonio de su fracaso.

 Una locura a punto de llegar a su fin cuando solo restan entre uno y dos kilómetros cuadrados por liberar del casco viejo de Mosul. Un territorio ínfimo que, sin embargo, todavía alberga a un número de civiles que oscila entre los 50.000 y 150.000, tras los cuales se parapetan los últimos cientos de yihadistas que aún defienden sus posiciones. Han sido precisos nueve meses de intensa batalla para limpiar la ciudad que, a comienzos de junio del 2014, caía bajo el yugo de los terroristas islamistas tras una vergonzosa huida del Ejército iraquí. Tres años de terror, nueve meses de devastación y décadas para superar la agonía.