Finalista en Wimbledon ante Serena y campeona en Paris el pasado año, Garbiñe Muguruza se clasificó ayer para disputar su segunda final en la hierba londinense, y lo hizo de forma apabullante, cediendo solo dos juegos a su rival, a la que superó de principio a fin.
Agresiva con el saque, excelente y profunda con el resto, imprimiendo un ritmo altísimo en todo momento y dando una sensación de seguridad absoluta en todas sus acciones, la hispano-venezolana no dejó en ningún momento la iniciativa a Rybaricova.
La eslovaca, una de las grandes sorpresas del torneo, ya que nunca había superado anteriormente la primera ronda, se encontró con una rival que no solo la dominaba en el fondo de la pista, sino que aprovechó cualquier oportunidad para subir a la red a acabar los puntos.
Garbiñe está jugando sin duda a un gran nivel. Ganó con total autoridad todos sus partidos y solo la ex número 1, Kerber, le arrebató un set. Concentrada, equilibrada, mucho mas consistente y regular de lo que últimamente nos tenía acostumbrados, Muguruza vuelve a ilusionar a todos los que veían en ella a una posible número uno del tenis femenino.
La presencia de Conchita Martínez, que ya sabe lo que es ganar Wimbledon, posiblemente tenga mucho que ver con este cambio a positivo de buena actitud, confianza y madurez que transmite Garbiñe desde que comenzó el torneo.
Su actuación de ayer tiene que reforzar su autoconfianza en hacer bueno el pronóstico de Serena Williams cuando le ganó la final del 2015 y le dijo con el trofeo en su mano: «En un futuro próximo, tu lo ganarás». Lo que no sabía Serena, es que la rival a la que tiene que superar Garbiñe para hacer bueno su pronóstico sería su hermana mayor, Venus. Así que 23 años contra 37, las ganas de entrar en la historia de las vencedoras de Wimbledon contra la de conseguir el sexto título sobre la hierba londinense. Un duelo entre dos jugadoras de ataque. Una gran final.