El temible desatino territorial del PSOE

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

Mariscal | efe

14 jul 2017 . Actualizado a las 07:51 h.

De no haber fallecido el gran humorista Miguel Gila y el inmenso payaso Charlie Rivel cabría maliciarse que ambos son, en materia territorial, los grandes asesores de un PSOE que no da una desde hace muchos años en ese asunto crucial de la política española. Tanto que fue el desvarío de Zapatero -que entregó a un PSC en plena deriva nacionalista el timón de la política autonómica- el que nos ha conducido en gran medida a la crisis actual: con el secesionismo en pie de guerra y lo que queda del PSOE y el PSC dispuestos a insistir en la senda de errores garrafales que han marcado su disparatada acción territorial del 2004 en adelante.

Cristina Narbona, nueva presidenta del PSOE, acaba de demostrar, con unas declaraciones asombrosas, que el despiste socialista en esa esfera es ya solo comparable a la frivolidad de quienes, por no tener ni idea de lo que se traen entre manos, echan a rodar ocurrencias a ver si por casualidad suena la flauta. Las últimas no tienen desperdicio. Ahora, al parecer, el PSOE apuesta, para plasmar su propuesta de una España plurinacional que daría según él solución a la sublevación nacionalista, por imitar el modelo federal belga y alemán. ¡Impresionante!

Sí, sí, impresionante, por muchísimas razones, de las que no me resisto a señalar la principal: que los federalismos alemán y belga se parecen entre sí lo que una aspiradora y un ventilador. El primero es un federalismo cooperativo, que funciona sobre la base de un sistema de partidos nacional y una sólida lealtad federal marcada por la inexistencia de fuerzas nacionalistas. El segundo es todo lo contrario: un federalismo centrífugo, en un país donde no hay partidos nacionales, donde la lealtad federal brilla por su ausencia y donde todo el sistema político está condicionado por las crecientes demandas nacionalistas de flamencos y valones. Si uno tiene a Bélgica por modelo no puede tener a Alemania y viceversa. Por lo demás, el grado de descentralización de Alemania es sustancialmente menor que el que existe hoy en Cataluña y el de Bélgica -ampliado hasta en seis ocasiones en el último medio siglo- no resiste, ni de lejos, la comparación con nuestro modelo autonómico, mucho más descentralizado que aquel en todas las esferas.

El grado de confusión en que vive la nueva dirección socialista es, por eso, de tal envergadura que algunos de los que en el PSOE saben de estas cosas -que los hay- deberían aclarar a Sánchez que parecerse a Alemania significaría recuperar en lo esencial nuestra dinámica autonómica previa al desafío golpista del secesionismo catalán, mientras que parecerse a Bélgica supondría extender a toda España algo parecido a la locura nacionalista, antes vasca y ahora catalana. Ese será, de hecho, el resultado del desbarre del nuevo PSOE si nadie en él se atreve a pararle los pies al frívolo irresponsable que ahora lo dirige.