Podemos: dos aciertos y dos errores

Xosé Luis Barreiro Rivas
Xosé Luis Barreiro Rivas A TORRE VIXÍA

OPINIÓN

BENITO ORDÓÑEZ

14 ago 2017 . Actualizado a las 07:58 h.

Los dos aciertos que explican la fulgurante ascensión de Podemos fueron su salida a la arena, y la imagen de marca proyectada por sus líderes. El año 2014, primer acierto, marcó el punto culminante de la indignación en España, cuando un país, hasta entonces moderado, se entregó con armas y bagajes a la posverdad de una crisis que, descrita como el resultado de unas medidas anticrisis equivocadas e innecesarias, convirtió al Gobierno de Rajoy en el epicentro de todos los odios, en la encarnación de todos los males, en el esbirro antisocial al servicio de los capitalistas, y en el tapón que nos impedía entrar en Jauja. Es decir, se fabuló un enemigo esperpéntico, para cuya crítica no eran necesarios ni el rigor, ni la verdad, ni la racionalidad, ni las alternativas. 

El objetivo era «echar a Rajoy», y en esas tres palabras se resumían todos los programas y alianzas, todos los debates sobre la Constitución y la realidad de España, y todas las claves para una regeneración supersónica. La imagen de partido antisistema, segundo acierto, que cuestionaba todos los pasados y monopolizaba todos los futuros, convirtió a Podemos en la alternativa necesaria, ya que bastaba con no parecerse al PP, y negarle a Rajoy cualquier atisbo de buena voluntad, para ser la alternativa deseada por una indignación hipertrofiada, multiforme, obsesionada y monotemática. Y, como consecuencia de eso, aquel emergente Podemos estuvo a punto de ganar la liga en solo dos encuentros, poniendo a España -es lo que yo pienso- al borde del abismo. Pero en los dos aciertos iban implícitos -porque la política es así- sus dos errores, de los que Iglesias no es consciente, pero Errejón sí. La clase política de Podemos se fue tan para allá, en formas, ideas, estilos y expectativas, que, la misma imagen que antes les sirvió de catapulta funciona ahora -primer error- como techo infranqueable, por lo que, para convertirse en alternativa, o para trabajar como grumetes de Sánchez, tendrían que revisar y revertir su imagen de marca, y entrar en parámetros de normalidad compatibles con esa casta que con tanta saña y demagogia combatieron.

Y el segundo de sus errores fue sacrificar sus estructuras organizativas y su coherencia ideológica y política a la urgente formación de una amalgama de partidos, estrategias territoriales, modelos constitucionales, y dogmas económicos y sociales, que llena de contradicciones y facciones lo que sólo en su dimensión utópica funciona como un partido. Claro que no son nuevos en la plaza. La antigua CiU ya estalló. Colau y En Marea están encendiendo la mecha. E incluso el PSOE amenaza con hacerse pedazos en el próximo acantilado. Porque los partidos son herramientas, y, si no están bien construidos, son más peligrosos que útiles.

Por eso España, la cabaña que hay que remozar, tiene tan mal pronóstico.