Algunos días en que habíamos previsto excursión o playa amanecían preñados de nieblas en las calles o de nubes oscurísimas en el cielo. Eran años en los que no disponíamos de aplicaciones para ver el tiempo al minuto. Los amigos nos mirábamos consternados y uno, siempre el mismo, decía: «¡Esto levanta!». Expresaba más un deseo que un dato, pero nos bastaba para mantener el plan inicial y salir desde Santiago hacia Aguieira o hacia donde fuera. Después devino en estribillo y lo repetíamos a coro antes de decirnos nada: «¡Esto levanta!». Realmente, casi siempre levantaba. Y cuando no, tampoco nos arrepentíamos de haberlo intentado.
El estribillo me vino a la cabeza al comprobar la recepción que estaba teniendo en las redes el vídeo amenazante del Estado Islámico contra España: una rechifla infinita. Los hispanos agarraron el vídeo y lo doblaron rápidamente convirtiendo en ridículo el mensaje que supuestamente debería darnos pánico. Otros hicieron capturas y pusieron un donut en el dedo conminatorio del guerrillero barbudo o se rieron de él de mil maneras distintas. Quizá más de mil. Así que en cuanto lo vi -disfruté especialmente con una versión en gallego que me llegó por WhatsApp- me dije: «¡Esto levanta!».
Si se enteran, nada puede resultar más descorazonador para la soldadesca del EI, del ISIS o como se le quiera llamar: la chacota más completa y universal frente a un mensaje que pretendía, en serio, amenazar y asustar. El humor tiene esa capacidad: reduce al absurdo, a su propia contradicción, lo que es de por sí absurdo y contradictorio. Contra la retórica del miedo y la insensatez, la retórica más inteligente y eficaz es el humor. Definitivamente, ¡esto levanta!
@pacosanchez