El derby

Luis Ordóñez
Luis Ordóñez NO PARA CUALQUIERA

OPINIÓN

03 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Todo lo que ha ocurrido fue para este día. Si se inventó el fútbol en Inglaterra y se extendió por los países con la revolución industrial, fue para esto. Si se alinearon así los continentes y se dibujó la geografía como es en el presente, y no por capricho, ha sido para los acontecimientos que vamos a vivir. Siglo a tras siglo se fue urdiendo Asturias así, con dos cimadevillas, en una se asentó la aldea primigenia sobre lo que hoy se extiende Gijón y en otra, colina a la sombra del Naranco, edificaron los legendarios Máximo y Fromestano los cimientos sobre los que crecería la capital del reino que es Oviedo. Así dispuso el destino los lugares y las horas para que tenga sentido todo este tinglado. Si existe la revolución industrial, Inglaterra, el fútbol, el Mundial, la liga, los reglamentos sobre el fuera de juego y la longitud precisa de los campos es sólo para que se midan Oviedo y Gijón; toda la realidad no es sino una coartada para justificar esta lid.

Llega esta contienda -eterno devenir de opuestos iguales que hace girar al mundo- después de muchos lustros y por eso se arrastra un pesado historial de querellas y agravios que sería cínico esquivar o esconder como si no hubiera pasado nada. No es cierto. El partido se decidirá con unas normas, un árbitro y sus ayudantes, en un prado preciso y con once hombres contra otros tantos y ya está. Nada de lo relevante en esta competición se puede sacar fuera de estas reglas concretas y sus 90 minutos de vigencia con algún añadido. Claro que sí, en los dos bandos hay quien quisiera cruzar esas líneas y malmeter con una tormenta de improperios, pero sería una mentira admitir que están a la par porque hace tiempo, muchos de esos lustros, en el que hinchas sin ninguna ecuanimidad han pretendido hacer pasar su furor por lo que hay desde columnas de periódico, desde viñetas, a veces desde cartas al director y ahora parecieran querer que todo el mundo mire hacia otro lado. Un exalcalde ACF refugiado en la Delegación del Gobierno sigue usando los recursos públicos e inspectores baratos para prolongar sus obsesiones personales sin importarle las consecuencias. Es una irresponsabilidad indecente y sería aún más asumir que estos despropósitos están equilibrados. No es verdad.

Fuera la hipocresía, aquí hay dos equipos, cada uno tiene su preferencia y hay que elegir. La rivalidad es sana sólo cuando se practica y ha llegado la hora que muchos dijeron que nunca más llegaría, aquí está a vuestro pesar. Hay un barniz de civilización que a todos los hombres nos acompaña y que me hace desear que gane el mejor. Por debajo, más genuino y más auténtico, late un deseo tribal que ruge como un tambor con ecos ancestrales y que reclama la victoria para los míos. No me avergüenza, al contrario. Hoy es el Reus y mañana Gijón. ¡Hala Oviedo! ¡Hasta el final, vamos Real!