España como solución

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

03 sep 2017 . Actualizado a las 09:30 h.

Después de hartarnos de hablar de «España como problema» -algo que se ha venido haciendo con fruición durante todo el siglo XX y aún desde comienzos del XIX-, deberíamos empezar a revisarlo todo desde el enfoque realista de una «España como solución». Porque, después de darle muchas vueltas a la noria, no hemos hallado una salida mejor que articularnos en la unidad y compartir de veras un destino común.

Dicen que este asunto no está de moda, pero sí que lo está, y mucho. Y esto no cambia porque existan grupos políticos que anden en busca de una solución «distinta y más conveniente», aunque todavía no tengan ni idea de cuál es. Porque es cierto que no somos ese Reino Unido (Gran Bretaña e Irlanda del Norte) que presume de ser cuna de la democracia, la transparencia y el buen gobierno. No. Nosotros parecemos o somos un reino de taifas, desunido y empeñado en reconstruirlo todo desde la Edad Media para acá, o para allá, que ya ni se sabe. Un espíritu refundador digno de mejor causa, creo.

Un ejemplo claro de este desaguisado truculento lo tenemos en (o con) Cataluña, donde soplan ciclones de desentendimiento. Algo que no ha empezado ahora, sino mucho antes, cuando un Jordi Pujol hoy sumido en la oscuridad, pero no olvidado, no se cansaba de poner el énfasis en que su Cataluña era «otra cosa» y en ningún caso una comunidad autonómica más. Un día previo a los Juegos (1992) me lo dijo él mismo en su despacho con una expresión suave y amable, mientras exponía su preocupación por la corrupción que salpicaba al PSOE y ofrecía la imagen de una España tercermundista.

¡Vivir para recordar! Aquel Pujol de apariencia impoluta estaba preocupado por la corrupción ajena y figuraba no saber nada de la propia. Le pregunté cómo se podía arreglar la situación en España y me dijo: «Si fuésemos Francia, le diría cómo, porque en Francia ya lo están haciendo habitualmente, pero aquí no existe esa cultura de solucionar las cosas sin airearlo todo». Lo que era tanto como anticipar que España no era la solución, o no lo era todavía, o no lo sería nunca. Sin embargo, aquí seguimos los que aún creemos que España sí es la solución, con Cataluña dentro y sin ningún español fuera.