La estaca y el guepardo

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

JEWEL SAMAD | AFP

12 sep 2017 . Actualizado a las 07:36 h.

Nadal, con esta victoria, suma 16 Grand Slam, uno más que los que consiguieron entre Lendl (ocho) y McEnroe (siete), dos genios. Una barbaridad.

Tenemos que hablar de Kevin. Empecemos por la final. Kevin Anderson es una estaca de dos metros y tres centímetros que saca como una catapulta. Así llegó a la final de Nueva York. Pero enfrente tuvo a una leyenda. Fue una estaca contra un guepardo, la rapidez de piernas de Nadal fue clave. Y su derecha cargada de decibelios. Nadal se colocaba al fondo de la pista, al sur de Nueva York, casi en el estado de Nueva Jersey, para intentar restar los misiles de Anderson. Y lo conseguía con esa capacidad de reacción que tiene para la raqueta y para correr, más propia de un guepardo que de un ser humano. Ahí el partido se acabó. Cada vez que Nadal ponía la pelota a los pies del gigante, torpe siempre en sus carreras, Anderson no podía levantar la bola o, si lo hacía, la dejaba a merced de ese golpe de derecha con la zurda más letal del circuito. Dieron un dato en televisión que no necesita glosa. Nadal, con esta victoria, suma 16 Grand Slam, uno más que los que consiguieron entre Lendl (ocho) y McEnroe (siete), dos genios. Una barbaridad. Nadal en efecto es una leyenda. Encima ha conseguido este hit compitiendo con el Fred Astaire del tenis, Roger Federer, la otra leyenda, (19 grandes). Los dos son de otro mundo. Y además es que ambos tuvieron que vérselas contra Djokovic, once Grand Slam, otro pedazo de jugador solo que con goteras en su cabeza. Y con el tiempo se contará que hasta había un cuarto: Andy Murray, que hizo sus cositas (unos juegos olímpicos y 3 Grand Slam). El guepardo es el mamífero terrestre más rápido del mundo. Supera a muchos coches. Acelera de 0 a 96 kilómetros en apenas tres segundos. Nadal es un cruce. Es como un guepardo. Le gana a su reflejo en un espejo. Y, a pesar de su apetito salvaje por ganar, luego en la victoria es tan magnánimo que solo se le puede aplaudir, como a Roger Federer, otro triunfador que vence con la elegancia de los que saben perder, de los que conocen la cara y la cruz de la vida. Federer y Nadal, dos ejemplos, tan lejanos a las horteradas del fútbol. De ellos ha sido este año de tenis, tras aguantar los dos con una sonrisa las cítricas críticas de los cínicos que ya los habían destrozado y enterrado sin parar. El siglo XXI de la raqueta tiene dos números 1, a la vez.