Agárrense, vienen más turbulencias

César Casal González
César Casal AL ROJO VIVO

OPINIÓN

26 sep 2017 . Actualizado a las 07:06 h.

Merkel gana perdiendo. Hoy el mundo gira por impulsos de gobernantes títeres como Trump y Kim Jong-Un. El viejo continente es un geriátrico. Miren para Cataluña: los mossos haciendo de «castellers» con zapatillas de esparto

El único país sólido de Europa sale de las urnas líquido. Todavía no gaseoso, pero sí líquido. La rica cerveza alemana se nos ha quedado en la espuma. Ángela Merkel gana perdiendo. Los resultados traen de la mano más inestabilidad para una Europa derruida y un mundo que gira como una peonza sin control. Lo que menos falta hacía. La socialdemocracia sigue con su suicidio asistido, incrementado en Alemania por formar coalición de gobierno con Merkel, su enemiga natural. A veces las políticas prácticas no se entienden. El ciudadano lo quiere todo: que las cosas funcionen y luego votan lo que les da la gana. Es lo que tiene la democracia. Así es que sube como espuma de bock la ultraderecha, el populismo, el programa más sencillo: no a Europa, no a los inmigrantes, no al euro, no a todo, menos a nosotros, puros y arios. Un alarde de inteligencia con un estribillo que trae los peores recuerdos. Dicen los expertos que Merkel tendrá que organizar una timba más que un gobierno para que le salgan los números. Deberá pactar con liberales y verdes. Le llaman arreglo a la jamaicana. Un experimento. En dos lands alemanes se gobierna de esa manera y el rumbo es de guirigay. Angela Merkel va a batir el récord de Helmut Kohl, 16 años en el poder, con esta cuarta victoria, pero es un triunfo muy amargo. Perdió ocho puntos. Los electores también castigaron a la madre de Alemania, no solo hundieron al socialista Schulz, que se queda con el peor resultado de la historia. Si Willy Brandt levantara la cabeza... Claro que esta Europa y este planeta no tienen nada que ver con el que vivió Brandt. Hoy el mundo gira por impulsos eléctricos de gobernantes títeres como Trump y Kim Jong-un. Y el viejo continente hace honor a su apelativo: es un geriátrico. Con una Alemania más débil, solo queda sujetarnos al aire, porque vienen más turbulencias. Miren para Cataluña en plena tramontana: los mossos haciendo de castellers con zapatillas de esparto, mientras su mayor Trapero manda a un propio a la reunión con la Policía y la Guardia Civil. Todo vale. España ya no existe. Dejó de existir con el café para todos de las autonomías.