Los traidores. Los asesinos

Luis Ordóñez
Luis Ordóñez NO PARA CUALQUIERA

OPINIÓN

01 oct 2017 . Actualizado a las 11:43 h.

Hay entre nuestros próceres y tertulianos una pregunta que provoca emoción, intriga y dolor de barriga; ¿qué pasará este lunes? Se lo puedo decir yo, seguiremos con un paro abrumador, uno que roza el 50% para los más jóvenes, propio no de un país desarrollado sino de uno que haya sido devastado por una catástrofe natural o una guerra, seguirá haciéndose la vista gorda con el fraude sistémico en el mercado laboral que permite que una multitud de falsos autónomos enriquezcan a unos pocos privilegiados mientras se aniquilan los cimientos de la protección social, se merman las pensiones y crece la desigualdad. Habrá el lunes centenares de miles de personas que no cuentan con ningún tipo de prestación, seguirá la impunidad de quienes encadenan contratos temporales para puestos que requieren uno indefinido, seguirá aumentado la brecha de desigualdad que afecta gravemente a los niños de las familias más desfavorecidas. Todo esto seguirá aquí el lunes, el martes y el resto de los días de la semana en muchos meses por llegar.

Uno diría que este es el principal problema del país, o al menos el que más debería preocupar a las fuerzas que se definen de izquierda o progresistas pero todos ellos han desertado, han traicionado a todos esos desheredados y los han arrinconado en el cajón de los asuntos pendientes, en un bucle sin final de vuelva usted mañana, a la espera de los mucho más importantes sentimientos nacionales, las cuestiones territoriales y el aquelarre de banderas con el que la derecha más reaccionaria de patrias grandes y pequeñas se entretiene en su gozadera de colorines. Traidores, eso sois, traidores. No porque importe mucho la unidad de la patria ni zarandajas similares sino por aparcar a los más humildes, por posponerlos, por tratarlos como una cuestión secundaria.

Quizá algún día termine este letargo, no pronto porque estos partidos han quedado en manos de una especie de selección de tontos del pueblo con ínfulas que camina gozosa a solidificar la mayoría conservadora entre muchos gritos y aspavientos, entre exaltaciones al puritanismo ideológico y mucho sentido del espectáculo y nada más. Mientras tanto una palabra a los «moderados», ese centro derecha que gobernará nuestros destinos por décadas con la cómplice estupidez supina de quienes debieran ser sus adversarios.

Hay una especie de estupor ridículo e hipócrita entre todos estos que se sorprenden de que en la cobertura de los medios internacionales sobre el proceso soberanista catalán se repitan acríticamente las alusiones a una España identificada con el franquismo, o que se llame a la Guardia Civil una fuerza paramilitar. Claro que España ya no es un estado franquista pero (hay que poner aquí un pero grande como un peral, como un bosque de perales) sí sigue siendo un estado que es condescendiente con expresiones de afecto a la dictadura. Son todos estos moderados los que piensan que no va con ellos la eliminación de los nombres de los asesinos (eso fueron, asesinos y ladrones) del callejero de nuestras calles, los que disimulan o subvencionan a la fundación que defiende la memoria del generalísimo de los criminales, los que dicen que abre viejas heridas ayudar a las familias de los desaparecidos represaliados. Basta ya, si de verdad quieren que no puedan utilizarse ni remotamente esas analogías tómenselo en serio y rechacen abierta y tajantemente todo vínculo, todo vestigio por pequeño que sea con la dictadura. No lo están haciendo, al contrario.